REFLEXIONES DEL DIRECTOR
Los impresos también ganan con lo digital
En el empeño por conservar sus audiencias, tanto en los impresos como en los medios digitales, las empresas periodísticas han comenzado a combinar herramientas que les permiten a sus lectores aprovechar lo mejor de sus plataformas integradas. La publicidad que migra desde los impresos hacia los digitales los ha llevado a adoptar nuevos modelos de negocios y de suscripciones que, al final de la jornada, terminan asegurando buenos ingresos a las empresas periodísticas y fortaleciendo, de manera individual, sus plataformas informativas. Los ingresos por la vía digital han ido en aumento, aunque no se prevé que lleguen a ser mayores que en los impresos en una década. La saturación publicitaria con anuncios de menor costo relativo en las redes sociales y los sitios digitales de los grandes medios impresos ha provocado una reacción natural de los usuarios de esquivarlos o bloquearlos para no sufrir interrupciones en la lectura de sus contenidos favoritos. Hay herramientas que le economizan al usuario el tiempo que pierden en las descargas de contenidos cuando están bajando los anuncios, encareciendo el valor de la data. Ahora los grandes medios “enganchan” a los suscriptores a contenidos premium o de calidad sin interferencias de anuncios publicitarios, pero a la vez les ofrecen herramientas o aplicaciones propias para conducirlos a innovadoras formas de comercio o de compra de artículos, servicios o contenidos de entretenimiento. Esos medios ponen sus laboratorios de investigación al servicio de las empresas publicitarias con ingeniosos modelos de anuncios que, de entrada, no parecen tales, pero los son, garantizándoles efectividad e impacto. The New York Times, por ejemplo, ofrece en su versión digital el Spotify personalizado según los gustos y preferencias del usuario suscriptor, así como su website Watching para ayudarlos a navegar y recomendarles lo mejor que, a sus gustos, pueden encontrar en las redes. The Washington Post, a su vez, ofrece su aplicación “Bandito” que les permite a los lectores verificar diferentes versiones de una historia o análisis, imágenes, textos y titulares, para escoger la que mejor sintoniza con sus preferencias de información sin ahogarse en la montaña de contenidos que abruma la esfera digital. Las tarifas de las suscripciones digitales, de acuerdo con un reciente estudio del Centro de Investigación Pew de los Estados Unidos, promedian los 10 dólares mensuales, un monto que ya muchos comienzan a pagar para recibir un servicio de contenidos de calidad, tanto en los dispositivos móviles como en los demás, aceptando formas de pago parciales o totales por un semestre o un año. Ofrecen, por igual, suscripciones de prueba con descuentos o gratuitas por un tiempo, todo con la finalidad de atraer más usuarios y sustentar sus medios de ingresos. Es decir, reciben dinero en ambos bolsillos del pantalón, en una fórmula de ganar-ganar. Algunos importantes medios replican sus ediciones impresas en la línea digital y ofrecen incentivos como libros de cocina, de estadísticas deportivas, proyecciones de películas, acceso ilimitado a ediciones digitales de otras empresas asociadas y variedad de obsequios. Las ofertas, a menudo, valen para las dos plataformas. En los impresos, por ejemplo, se recompensan con cupones, taquillas y tarjetas de crédito para acceder a sitios especializados en ventas diversas por internet. Como se ve, los impresos apelan a múltiples mecanismos y estrategias para sobrevivir en esta era digital y aminorar la caída de los ingresos que tradicionalmente han recibido por publicidad y suscripciones, recuperándolos por la vía de sus webs o redes sociales.