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Reflexiones del Director

Grandes retos del periodismo

Estamos viviendo, en esta era digital, los cambios más drásticos y profundos que ha experimentado el periodismo profesional en más de tres siglos, básicamente en sus formas y modelos, mas no en su esencia y su misión original, por el momento.

Por más intensa que sea la carrera de la inmediatez y la presión por adaptarse a las nuevas tecnologías que revolucionan el modelo original, el periodismo tiene que continuar forjándose en la búsqueda de la verdad, en contenidos noticiosos reales y en su capacidad para transparentar las realidades de una sociedad.

No puede caer en las tentaciones de buscar más cantidad que calidad en su esfuerzo por lograr audiencias más altas, sacrificando su misión primaria de servir como punto de confluencia del libre intercambio de las ideas de los ciudadanos, cerrándole el paso a la desinformación o a la manipulación de la realidad que, a su vez, han sido causantes de una gran desconfianza hacia la prensa.

El buen periodismo es aquel que ayuda al ciudadano a estar bien informado para poder conocer, analizar y decidir sobre los asuntos que afectan sus derechos y libertades y, en base a tal discernimiento, exigir a los gobiernos que rindan cuentas y cumplan sus obligaciones frente a esos derechos individuales y colectivos.

Es la manera en que los ciudadanos se sientan partícipes en la conducción de los destinos de una sociedad y el periodismo ha jugado en buena medida ese papel de intermediación, garante de la vida en democracia.

Por ese motivo es inadmisible que la supervivencia de la prensa esté siendo amenazada por un poder emergente que pretende controlar qué se publica, cómo se publica, para quién se publica y dónde se publica, controlando las tecnologías de las plataformas digitales que dominan hoy las comunicaciones sociales.

La información contrastada y confiable, que deben procesar con rigor los medios que respetan la veracidad y la objetividad, es uno de esos valores que ayudan como antídoto a la adulteración o las falsas noticias que hoy erosionan la confiabilidad y la calidad de los contenidos en las redes sociales.

De ahí que los grandes retos del periodismo auténtico son los de velar por la supervivencia de estos valores intrínsecos de la democracia; mantener un innegociable apego a la verdad en sus contenidos, una profundidad y calidad en el manejo y exposición de estos, sin sucumbir a la inmediatez, la imprecisión o la banalización que ya se ha hecho latente en otros medios.

Esta línea de compromiso la han asumido los grandes diarios de los Estados Unidos, como el The New York Times y el Washington Post, que han hecho grandes apuestas en tecnologías digitales pero sin renunciar a las mejores tradiciones del periodismo auténtico, y es la que debe predominar, según mis convicciones, en el resto de la prensa libre del mundo.