Los hospitales públicos, en cuidados intensivos
La alta deuda acumulada por varios hospitales públicos, especialmente los más importantes del país, amenaza con provocar un grave colapso de sus servicios. De hecho, ya se están sintiendo los perniciosos efectos causados por la demora en saldar deudas con suplidores de equipos, medicamentos, alimentos, combustibles y otros insumos, lo que conduce a crear déficit en cada uno de estos renglones. Si falta gas propano en sus cocinas, pues no se pueden servir alimentos a los internos y lo mismo si escasean los materiales para cirugías, para laboratorios y medicinas para los pacientes, estén o no internados. Una cosa es la deuda acumulada y otra el retraso en recibir las subvenciones, porque aun si estas últimas estuviesen puntuales, al día, si no se pagan las deudas viejas los hospitales se verían obligados a utilizar esos fondos en el saldo de esos compromisos atrasados. El Colegio Médico Dominicano calcula que esta deuda ronda los 3 mil millones de pesos y luce creíble. Tanto es así que ya han sido declarados en estado de emergencia algunos hospitales que operan con evidentes precariedades. Esta crisis financiera de los hospitales repercute en la calidad y la atención de los pacientes y, por ende, en la salud pública. Es pertinente reconocer que el Gobierno ha estado invirtiendo miles de millones de pesos en la ampliación, remodelación y modernización de los hospitales, y en la construcción de nuevos centros, pero lo hace con dinero presupuestado que tiene que ajustarse a esos objetivos, no a saldar viejas deudas acumuladas. La supresión del cobro de la llamada “cuota de recuperación” privó a los hospitales de ingresos adicionales que son los que ahora tiene que reponer, en forma de subsidios, el Gobierno. La supresión le quitó presión a los bolsillos de los pacientes humildes, pero se la trasladó al marco operativo y funcional de los hospitales. Ese es el cuadro de la crisis.