Si los feminicidas supieran
Cuando caen en el arrebato, en los celos enfermizos y en un estado en el que la razón queda totalmente enajenada, los hombres matan a sus parejas, a sus exparejas o novias sin calcular el tremendo trauma de por vida que les espera. Muchos dejan hijos desamparados, porque tienen que coger cárcel; pierden los empleos de los cuales se sostenían; pierden el cariño de familiares y amigos y la sociedad siempre los tendrá al menos, olvidados y estigmatizados. Ese es el precio que pagan hoy, en la cárcel, aquellos hombres que mataron mujeres, las madres de sus hijos, sin posibilidades de una segura reinserción en la sociedad a través de la cual puedan recuperar algunas de las condiciones de vida o de trabajo que existían antes de sus brutales crímenes. En eso deberían pensar los hombres a los cuales les ha pasado por su cabeza, en algún momento, el instinto de matar por celos, por infidelidad o por cualquier otra “razón”, todas injustificables, y los testimonios más elocuentes de esa verdad comienzan a exponerse hoy, en las páginas del LISTÍN, a través de una serie de reportajes especiales. Es otro esfuerzo de persuasión, si cabe, frente a la indetenible secuencia de feminicidos que ha enlutecido a muchas familias dominicanas y que ha destruido las vidas no sólo de las desventuradas víctimas, sino también la de los propios autores de estos execrables actos. Ojalá que el mensaje llegue y que no siga corriendo tanto río de sangre por esta causa.