De las ruinas de su empresa emergió otra más próspera
María López nunca imaginó que, de tener grandes tiendas de ropas en República Dominicana, volvería a las calles de la Duarte a empezar de cero para luego convertirse en una costurera de éxito.
López, tenía tres tiendas, una ubicada en Santo Domingo y dos en Punta Cana, dedicada a comercializar ropas importadas de los Estados Unidos, pero por “temas económicos” se vio en la necesidad de abandonar sus establecimientos.
Cuando aún era una joven con deseo de crecimiento, sus negocios se “fueron abajo”. “En seis meses perdí casi 12 millones pesos porque el ayuntamiento clausuró las calles en Punta Cana y los turistas no podían salir, ahí decidí cerrar”, contó López, de cómo todo lo que pasaba a su alrededor contribuía a su fracaso.
Ella, confiaba en lo que había construido. Empero, las posibilidades de recuperarse eran escasas. Su contable le informó que no había fondos suficientes.
“Sin casa, sin negocios y niños pequeños, decido regresar a la capital y comenzar de nuevo”, dijo nostálgica por los recuerdos.
Duró dos años desempleada y al tener que vender su casa para saldar deudas, decidió irse a los Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida.
Un año después, regresó con la idea de crear su propio proyecto. A su llegada se reunió con Mario, un sastre, que le motivó a materializar lo que soñaba.
“Cuando vi sus máquinas, me emocioné, y dije ¡Qué lindo esto! ¿Cómo se hace? Y él se encargó de enseñarme a usarla. Fue mi primer maestro”, narró.
López, de 40 años, aprendió a coser en más de ocho máquinas, aunque comenzó su proyecto “La Mega Collection” solo con dos.
“Inicié con dos máquinas, una plana y una mero en la marquesina de mi casa, que estaba a media construcción; y con 30 libras de telas que para entonces equivalía a 3,500 pesos, hice las primeras prendas de vestir”, añadió.
Estas piezas que López cosió las envió a salones y algunas tiendas con el fin de venderla y de reintegrarse al mercado. El proceso de encontrar clientes desde su casa fue lento, pero sus ganas de salir adelante la llevaban milla.
“Nunca me quedaba tranquila, donde me decían que había una tienda que le gustaban las licras, ahí estaba. Las tiendas me veían como lo que era ‘una de ella’ y ese reconcomiendo hizo que las puertas se estuvieran abiertas para mí”, relató
La diseñadora cerró sus negocios, pero no las posibilidades de algún día volver a tenerlo. Por eso acogió la recomendación de un exempleado de poner en marcha su negocio en la acera donde estaba su antigua tienda en la Duarte.
“Ir de tienda a tienda era difícil. Por eso me coloqué ahí con una carpita y me hice partícipe de la Asociación de Buhoneros”, comentó López.
Bajo los rayos del sol y el polvo provocado por los vehículos, esta madre, trabajaba de forma incansable… no quería renunciar, pero sus intentos estuvieron cerca.
"En dos ocasiones dije que iba a quitar el negocio porque estaba en la acera y era difícil. Y mi padre, que me ayudaba en casa económicamente, me animaba a seguir, él me decía, “no te desespere, todo va a estar bien. Vete al paso, los clientes llegarán”», narró López, quien hoy considera que eran palabras de alientos, pero también de desespero.
El trabajo fuerte y la persistencia de esta emprendedora la llevó a establecer su taller de costura en el 2018, siendo sus hijos sus primeros empleados.
“Mis hijos son mi inspiración y mi punto de apoyo en todo lo que he realizado. Amanecían conmigo, y mientras yo cosía, ellos cortaban hilo y doblaban la ropa”, expresó.
¡No hay límites! La llegada de la pandemia del Covid-19, momento en que la “economía se paralizó” fue otra prueba que López superó.
“En el confinamiento vuelvo a trabajar en la casa y creo dos diseños de mascarilla que le gustó a comerciante chino, e hicimos negocios”, relató.
Explicó que desde su hogar comenzó hacer volumen y cuando termina el contrato de las mascarillas, reabre el taller y comienza a trabajar con personas de nacionalidad haitiana.
“Los haitianos me solicitan grandes producciones, además de recomendarme con otros clientes. Hoy el 80% de mi ropa va a Haití, y quizás un 10% de volumen se queda en la Romana, Santiago, Higüey y Hato Mayor”, indicó.
También resaltó que tiene contrato con dos cadenas de hoteles en Punta Cana y Bávaro, para confección de vestuarios blancos; y en Santo Domingo, con las tiendas Garrido.
Una emprendedora de fe El aura de López es el de una mujer que ha encontrado oportunidad de crecimiento en los momentos más complicados de la vida. Escollos que ha podido superar con la confianza que tiene en ella y la fe en Dios.
“Es algo demasiado grande, algo sobre natural, algo por Dios”, apuntó. Resaltó que ella entiende que tiene el conocimiento, pero que sin la fe nada pudo haber sido posible. “De no poder pagar la renta, a tener 10 operarios, me ha enseñado que perdiendo también se gana”.
Empelados Sus esfuerzos comenzaron a dar frutos, sus clientes le pedían más producción y su empleomía tuvo que aumentar.
El taller cuenta con un equipo de costureros que junto a María López, Yoan López, su hijo mayor, y su madre, Juana de la Cruz Gomera cosen miles de piezas semanales.
“Quiero crear mi marca” López, además de diseñar decenas de ropas para grandes tiendas y clientes virtuales, expresó que su próxima meta es poder hacer su propia marca y trabajar para que esta pueda ser reconocida en las pasarelas dominicanas.
“López López (LL) es la marca de ropa que quiero crear, y mis hijos (Yoan López, Sauro Scalella y Marielis López) son mi inspiración, quienes le dan sentido a todo esto” enfatizó.
“A ti mujer” López es un ejemplo de la mujer dominicana que lucha aun cuando las fuerzas están agotadas, que dan la milla extra y recorren un camino lleno de espinas, con la esperanza de que en la meta final cosechará las mejores flores.
Ella, no quiere que su legado de vida se quede en lo que ha hecho para sobrevivir, aspira a inspirar a otras mujeres.
“En 10 años me enfoco en hacer estos cuatrocientos metros que hay en el negocio, una casa que cuando las luces se enciendan sea un rayito de esperanza para encaminarla a una vida mejor”, confesó.
Dijo que quiere ser ese hogar que regale ropa a gente que no tiene, y enseñe las mujeres a coser su propio futuro.