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Industriales plantean se resguarden las fronteras

El presidente dominicano ha pedido a la comunidad internacional una mirada de asistencia a Haití, nación considerada la más pobre del hemisferio occidental

Fuerzas militares dominicanas vigilan y controlan el movimiento de haitianos a través del paso de un enclave en la línea fronteriza. /ARCHIVO LISTIN

Fuerzas militares dominicanas vigilan y controlan el movimiento de haitianos a través del paso de un enclave en la línea fronteriza. /ARCHIVO LISTIN

La situación en Haití hasta ahora no ha generado un impacto significativo en la reducción del intercambio comercial, en opinión del sector industrial agrupado en la Asociación de Industrias (AIRD).

Sin embargo, según dijo a este medio la vicepresidente ejecutiva de la AIRD, Circe Almanzar, existen dificultades para enviar mercancía a Puerto Príncipe debido al control de las bandas. “Tenemos la expectativa de que esto no se agrave”, afirmó. “La situación que vive el vecino país es sumamente delicada por lo que hoy más que nunca hay que resguardar nuestras fronteras”, agregó.

“No vemos que la solución a la situación que vive Haití puede ser asumida por República Dominicana y por ello respaldamos la posición del Gobierno de solicitar auxilio y apoyo internacional”, recalcó.

El Conep

El caso haitiano, que motivó un editorial de Listín y una publicación del Washington Post también llamó la atención de la cúpula empresarial del Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep). El vicepresidente ejecutivo del gremio empresarial, César Dargam, afirmó que el prolongado deterioro en el tiempo de la institucionalidad en Haití es de altísima preocupación no solo para el sector empresarial, sino para toda la sociedad.

Sus consecuencias políticas, económicas y sociales afectan al propio pueblo haitiano, y sin lugar a dudas amenazan la estabilidad que debe primar en nuestras relaciones bilaterales.

“Debe haber una solución haitiana para su propia crisis, pero evidentemente con el acompañamiento responsable de la comunidad internacional”, indicó Dargam.

Pronunciamientos

A raíz del agudizamiento de la crisis haitiana, luego del asesinato justo hace un año, el 7 de julio de 2021,de su presidente Jovenel Moïse, el pueblo haitiano vive el “día a día” con una crisis tras otra, agravada en términos políticos, en su economía y estabilidad social con asesinatos, robos, asaltos, secuestros violaciones y todo tipo de violencia provocado por bandas criminales.

El presidente dominicano ha pedido a la comunidad internacional una mirada de asistencia a Haití, nación considerada la más pobre del hemisferio occidental y la cual cada día se convierte en una mayor presión social y económica para República Dominicana donde al menos el 40% de sus parturientas vienen sin papeles en busca de asistencia sanitaria a los hospitales dominicanos.

Esto sin contar la cantidad de nacionales haitianos que se sirven de alimentos y educación escolar en los campos dominicanos.

Este lunes, el prestigioso periódico estadounidense The Washington Post se refirió a la crisis haitiana como un problema que no puede quedarse de lado por parte de la comunidad internacional.

El diario publicó que “A medida que Haití se hunde cada vez más en el pandemónium, con gran parte del capital incautado por disparos y guerras de pandillas, ha recibido entregas recientes de Estados Unidos de dos productos básicos que solo pueden contribuir a su derrumbe: armas y deportados. Esas exportaciones, una de contrabando, la otra abierta, son el síntoma más reciente de la cruel indiferencia y la miopía moral del mundo con respecto al país más pobre del hemisferio occidental”.

Del mismo modo, en su editorial “El desmadre de Haití”, Listín Diario publicó entre otros detalles que “la miseria de Haití y su prolongación en el tiempo han sido posibles porque a falta de un liderazgo nacional responsable que imponga orden y respeto, la comunidad internacional se ha cruzado de brazos”.

Desde julio de 2021, apunta la pieza editorial, cuando fue asesinado en su cama el presidente Jovenel Moïse, los haitianos viven en una escalada de crímenes sin precedentes.