Enfoque

Sobre deuda y desarrollo

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Francisco Antonio MéndezSanto Domingo, RD.

El endeudamiento es un mecanismo válido y positivo de desarrollo. El sobre endeudamiento, un problema. En efecto, el servicio de la deuda, amortización y pago de interés, se cubre con los ingresos fiscales. Luego, a mayor nivel de deuda, mayor servicio de la misma y mayores requerimientos de recursos presupuestales. Cubrir el servicio de la deuda con endeudamiento, una apostasía.

Endeudarse para cubrir gastos corrientes, un despropósito. Sin embargo, nuestros países han vivido y convivido, en diversas ocasiones, con algunos de esos pecados capitales.

De hecho, en la década de los 80s, considerada como “la década pérdida” en términos de desarrollo, nuestros países, endeudados hasta la saciedad con petrodólares baratos, cuadruplicaron sus niveles de deuda en más de US$315,000 millones y vieron colapsar sus economías (inflación, devaluación, desempleo) ante los incumplimientos de pagos de los compromisos internacionales, lo que vino a conocerse como la crisis de la deuda latinoamericana, cuando el servicio de la misma se quintuplicó en menos de una década al pasar de unos US$12 mil millones a más de US$66 mil millones en 1982.

República Dominicana estuvo en cierta medida alejada de esa voracidad financiera, debido al estilo austero de gobernar del Dr. Joaquín Balaguer, sin embargo, a partir del 2001, empieza a cambiar la composición de su deuda, fundamentalmente concesional y bilateral (BM, BID, FMI), con la emisión de los primeros bonos soberanos por US$500 millones.

De ese tiempo a esta parte, nuestra deuda externa es prácticamente comercial, unos US$36,000 millones en bonos soberanos. La administración del presidente Leonel Fernández 2004-2012 enfrentó la crisis bancaria del 2004, la crisis financiera del 2008 y un incremento desmesurado de los commodities, con un crudo que alcanzó los US$148 el barril, y en una mezcla de crédito comercial y concesional, llevó la deuda externa a unos US$19,999 millones para agosto del 2012, un 42% del PIB, manteniendo un crecimiento promedio de la economía de un 5%, con una inflación por debajo de dos dígitos.

Durante la administración del Presidente Danilo Medina la deuda publica consolidada aumentó en un 23.8%, elevándose al 52% del PIB para alcanzar al 2019 los US$45,000 millones. Un stock de deuda duplicado en un inmejorable ambiente internacional en donde el precio del crudo (WTI), espada de Damocles de nuestra economía, promedió los US$64.18/barril.

Durante ese período de vacas gordas nuestra economía fue aumentando su “leverage” para financiar con endeudamiento sus gastos corrientes y proyectos presidenciales. Y vino la pandemia en el 2020, donde el gobierno se vio compelido a endeudarse aún más con un primer paquete financiero de RD$32,000 millones financiados con préstamos de RD$12,000 Banco Central, RD$12,000 Instituto Dominicano de Prevención de Riesgos Laborales y US$150 millones del Banco Mundial para gastos sociales, mientras se desplomaban los ingresos.

En resumen, Danilo Medina entrega al Presidente Abinader en agosto 2020 una economía con un relativamente bajo margen de maniobra al tener una relación deuda/PIB de alrededor de un 65.9% (US$51,900 millones).

La nueva administración, durante estos dos primeros años de gestión eleva el stock en unos US$13,000 millones adicionales para cumplir con compromisos pendientes y financiar los planes sociales y sanitarios hasta unos US$64,471 millones. Sin embargo, un apropiado manejo de pasivos y el robusto crecimiento de la economía en el 2021 han logrado colocar la relación deuda producto a marzo 2022 en alrededor de un 60.2%.

Sin embargo, estas favorables condiciones no se volverán a repetir. En efecto, con los elevados niveles de inflación tanto en EEUU (8.5%) como en RD (9.46%) sus Bancos Centrales se han visto compelidos a restringir la masa monetaria puesta en circulación a raíz de la pandemia, así como a encarecer el costo del dinero elevando sus tasas de política monetaria. En consecuencia, los reenganches –rollovers- de los financiamientos vencidos serán cada día más costosos. Tanto el financiamiento en dólares como el emitido internamente por Hacienda.

Aunque es evidente que no podemos sangrar nuestra economía y debemos mantener un flujo neto positivo de recursos externos, debemos ser extremadamente cautelosos, desdeñando el endeudamiento alegre y enfocándonos en fortalecer la inversión extranjera directa, el fomento de nuestras exportaciones y la expansión del mercado turístico. Y solo apelar al endeudamiento público en proyectos de alta rentabilidad y repago que sean de indiscutible responsabilidad gubernamental.

Hay que recordar que los compromisos financieros se pagan con impuestos de los contribuyentes. En el presupuesto del 2021 se contemplaron RD$184 mil millones para pago de intereses (3.8% PIB). Para el presupuesto del 2022 tenemos consignados pagos por intereses de unos RD$193 mil millones (3.3% PIB). ¿De donde los vamos a sacar si a mitad de año ya superamos en un 30% el monto destinado al subsidio de los combustibles del año pasado (RD$20,588 millones), mientras los tipos de interés recién empiezan su ascenso anti inflacionario? Siempre es bueno recordar que no hay almuerzo gratis. Fam/