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Atrapados en los juegos de azar

Adicción por las apuestas le llevó a robar dinero a su propia madre

Tal vez se pueda ver como poco dinero, pero fue una traición al ser que le dio la vida. Hace ocho meses, Alfonso (nombre ficticio), le robó una alcancía a su madre con RD$5,500 en monedas para jugar a las cartas en una banca de apuestas de San Pedro de Macorís.

Aunque había cometido otros delitos, para él este ha sido el más grande porque colocó el amor por los juegos de azar por encima de sus valores familiares.

“Más que el dinero, a mi mamá le afectó los errores que cometí por mi enfermedad. Ella hoy se siente más tranquila porque hace tres meses busqué ayuda voluntariamente”, relata el joven de 29 años, quien empezó a jugar cartas a los 18 siguiendo los pasos de una novia que tenía.

A partir de ahí, su amor por las máquinas tragamonedas y los juegos de mesa fue creciendo paulatinamente. En la universidad solo duró un semestre porque lo único que le daba placer era pasarse horas muertas en una banca de apuestas. Los casinos los prefirió después.

Para traicionar a su madre no lo frenó la experiencia que dos años atrás había tenido al engañar a su jefe, quien le mandó a pagar medio millón de pesos a una tarjeta de crédito. Alfonso narra: “Cuando él me envió a eso me llegó a la mente coger para ese casino y conseguir algo para ayudarme y así lo hice. Sólo quería conseguir RD$50,000 más, pero terminé perdiéndolo todo”. Ahí inició la pesadilla de su vida. Fue a prisión por un mes y 17 días y pudo salir mediante un acuerdo de pago de RD$10,000 mensuales.

Su dependencia era tan fuerte que después de esto puso un negocio de comida y solo quería que los clientes se fueran para poder irse a jugar y esto lo llevó a la quiebra.

Alfonso está feliz de pertenecer al programa de rehabilitación para ludópatas de Hogar Crea porque le servirá para sanarse y ser un ejemplo para su hijo de un año y cinco meses. Lamenta que conociendo los trucos de las tragamonedas, se haya convertido en un jugador compulsivo.

La psicóloga Ana Simó comenta que para algunos dominicanos apostar es un pasatiempo recreativo en el cual la posibilidad de ganar es importante, pero la principal motivación es pasar un buen rato. Sin embargo, para otros, el juego implica una recompensa económica y un desafío al azar. Así se alimenta la ludopatía.

Los juegos de mesa eran el diario vivir de Alfonso. VÍCTOR RAMÍREZ

Ana Simó, psicóloga.