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VIDA FAMILIAR

Cuando los hijos “vuelan” del hogar

LA EXPRESIÓN "NIDO VACÍO" DEFINE LA SENSACIÓN DE PÉRDIDA QUE SIENTEN LOS PADRES LUEGO DE QUE SUS VÁSTAGOS SE INDEPENDIZAN

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Alexéi TelleríasSanto Domingo

Lo difícil de cualquier separación no es el hecho en sí, sino tener que asumirla. En el caso de los padres, luego de haberse acostumbrado a la vida con sus vástagos, el momento de dejarlos ir suele venir acompañado de una serie de pequeños traumas. De eso puede hablar la madre de Eva (nombre ficticio). Luego de su matrimonio y posterior mudanza hacia otro lugar, incluso lejos de la ciudad donde vivían sus padres, su madre empezó a manifestar algunos ataques de ansiedad cuando el reloj marcaba las 5:00 de la tarde y su hija no regresaba del trabajo. Si bien ella sabía que ya su hija se había marchado de la casa, su subconsciente la traicionaba y lo olvidaba selectivamente. ¿Extraño? Para nada, de acuerdo con la psicóloga Claudia Abreu. El “síndrome del nido vacío” es uno de los períodos de mayor vulnerabilidad para los padres por la marcha de sus hijos. Con este término se abarca la sensación de pérdida y de tristeza que sienten los padres en los momentos en que los hijos toman una de las decisiones más duras de su vida, y posiblemente la más madura, pues para ellos no es nada fácil “volar” de su nido y empezar una vida desde cero. COMBINACIÓN NO MUY GRATALas madres suelen sufrir más que los padres este desplazamiento de los hijos, “pues para ellas el asumir la partida de los hijos luego de tantos cuidados supone una etapa dura y difícil”, agrega la especialista. Otra situación que complica más para las mujeres este proceso de asumir la marcha es el hecho de que suele coincidir con el período de la menopausia. Actitud positiva ante el síndrome del nido vacíoCuando se da el caso de que los hijos abandonan el hogar familiar, explica la psicóloga Claudia Abreu, los padres deben adoptar una actitud positiva, adaptarse a la nueva situación “y asumir que sus hijos son capaces de construir una vida sin su ayuda”, dice. Esa actitud, a corto y mediano plazo, beneficiará a los hijos, pues se sentirán más seguros y con ganas de salir adelante sin la ayuda de sus padres, además de que “supone un voto de confianza” en ellos. Los hijos que inicien esta etapa de emancipación, agrega, suelen tomar esta decisión por la propuesta de un trabajo en el que se sentirán más independientes, por la consolidación de una relación amorosa o por simplemente la necesidad de independencia y crecimiento personal. Como lado positivo para los padres ante esta situación, agrega Abreu, está el fortalecimiento de su vida en pareja, después de años cuidando de sus hijos y dedicando su tiempo y trabajo para ellos. En este orden de ideas, los padres pueden retomar viejos hábitos, como pasear juntos, leer, viajar y así se reanudarán los planes e ilusiones que tenían sin cumplir.

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