La obra literaria de Mario Vargas Llosa, dividida en dos partes
Cada libro contiene varias historias a la vez, rematadas en finales de manera electrizante, para sorprender a un lector

El escritor Mario Vargas Llosa durante el acto de ingreso en la academia de la lengua francesa en Madrid.
Desde Cuba siempre admiré a Mario Vargas Llosa. Y cuando emigré a Santo Domingo, más. Sus primeras novelas, desde su primer relato, “Los jefes” (1957), pasando por “Los cachorros”, (1967), “La ciudad y los perros” (1963), “La casa verde” (1966), “Pantaleón y las visitadoras” (1973), La guerra del fin del mundo” (1981) y “Conversación en la Catedral” (1969), hasta “La fiesta del chivo” (2000) me parecen memorables.
Se podrá o no de estar de acuerdo con el contenido, pero es innegable que impuso su propio estilo. Su prodigiosa creatividad lo hizo viajar de historia en historia, de sorpresa en sorpresa, para poder arrancar retratos de su Perú natal donde el machismo, el lado oscuro de la disciplina militar, la manipulación, el abuso de poder, las dictaduras militares dentro del contexto que le tocó vivir.
De esa primera etapa resalto su maestría narrativa. Cada libro contiene varias historias a la vez, rematadas en finales de manera electrizante, para sorprender a un lector, aparentemente perdido entre tramas diversas dentro una misma obra.
Este estilo es único en el género narrativo por su originalidad y virtuosismo formal.
Después, aparece el otro Vargas Llosa, atrapado por editoriales comerciales que a costa de vender su nombre y su prestigio, lo usaron para crearle una férrea disciplina autoral que lo llevó a escribir obras interesantes también, pero de menor valía que aquellas primeras.
Sin embargo, esa presencia internacional le sirvo de plataforma para alcanzar el Premio Nobel de Literatura (2010), aunque debió recibirlo mucho antes. Junto a Gabriel García Márquez constituyen la vanguardia ilustrada del llamo “Boom” de la Literatura Latinoamericana, donde también se incluyen los nombres de Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Juan Carlos Onetti, Jorge Edwards, José Donoso y Guillermo Cabrera Infante, entre otros.
Las nuevas generaciones tal vez no distingan estas dos etapas del célebre escritor, y mucho peor, no conocen sus primeras novelas, esas que lo llevaron la cúpula de de la narrativa del nuevo mundo.