Mis encuentros con Mario Vargas Llosa

Ambas conversaciones (no ocurridas en “la catedral”, parafraseando su gran novela) me han marcado porque no ocurren todos los días.

El escritor Mario Vargas Llosa en su faceta de actor

El escritor Mario Vargas Llosa en su faceta de actor

Conversé con Mario Vargas Llosa como dos buenos amigos que comentan sobre literatura como pocas veces sucede frente a un gran escritor. El deslumbramiento, la devoción y hasta el temor de no hablar por hablar es algo que le ocurre generalmente al periodista frente a una figura mundial que, además, lo ha impactado con sus publicaciones.

La primera vez, el encuentro fue inesperado. Ocurrió en Casa de Teatro en 1998, cuando entonces trabajaba en el vespertino La Nación. Alguien me invitó a la función de estreno de su obra de teatro “La Chunga”, una de las preferidas del autor.

Pocos conocen que Vargas Llosa llegó a escribir y publicar unas diez piezas teatrales, además de actuar en algunas de ellas. Piezas como “La señorita de Tacta (1981), Kathie y el hipopótamo (1893) y Las mil y una noche (1997) son algunas de sus más celebradas. Y sobre el teatro, retrató en una entrevista de prensa una frase lapidaria: “El teatro es una forma de libertad. Es una manera de mirar la vida con otros ojos, de entrar en otras pieles, de imaginar otros destinos”.

Aquel día, me deparaba una sorpresa. De pronto siento que llaman de algún lugar. Era José Israel Cuello y su inseparable esposa, quienes conversaban animadamente con un señor canoso, sentado de espaldas.

José Israel nos presentó y descubrí en el invitado a un ser jovial, de buena educación, conversador nato y lleno de afabilidad, un descnocido para mí. Conversamos, entre otros temas, sobre su impresión de aquella función.

Me comfesó que “La Chunga” se estrenó en Madrid, en 1987. Le pareció excelente la puesta en escena y las actuaciones, mientras José Israel sonreía por ser el autor de aquel encuentro inesperado. Además, Vargas Llosa estaba trabajando en silencio sobre su próxima novela, “La fiesta del chivo” de la cual José Israel se había comprometido a ser su informante y colaborador. Los unía una gran amistad

No frecuento a los famosos. Los conozo, los saludo, los entrevisto y después dejo que sigan su rumbo sin molestarlos. No acostumbro a golpear mi pecho para sacar de adentro el listado de escritores, pintores, dramaturgos, artistas visuales, músicos y otros que se han sentado frente a mí a confesar sus vidas y milagros.

El segundo encuentro sucedió en durante la filmación en Santo Domingo de “La fiesta del chivo”, cuya realización casi completa fue realizada en el país.

Gracias a su director Luis Llosa (primo del escritor) pude lograr acercarme al prestigioso elenco que la hizo posible como mi compatriota Tomás Milán, Juan Diego Botto, la siempre atractiva Isabella Rosellini, y Steven Bauer, entre otros. Sin embargo, la mayor sorpresa la recibí durante la filmación en el Palacio Nacional. Alguien me comenta: "Mario está aquí y no pone objección en que lo entrevistes".

Lo demás, se conoce. Publiqué nuestro encuentro en el desaparecido vespertino La Nación. En mi blog personal incluí una foto junto al laureado escritor, tomada por Brando Hidalgo.

No creo que haya sido una entrevista inolvidable. Fue otro encuentro entre amigos extraviado en las siempre malditas circuntancias.

Pero ambas conversaciones (no ocurridas en “la catedral”, parafraseando su gran novela) me han marcado porque no ocurren todos los días.

Tags relacionados