Mezcla

Por mi educación en el colegio Calasanz, más de una vez me han dicho, se nota que fuiste formado por curas españoles. Yo sólo me río y recuerdo la lucha que pasé sobre todo en los años del bachillerato, y también recuerdo la tremenda lucha que más que yo pasaron los curas que finalmente me formaron, y he aquí lo más impresionante: Ahora, soy yo quien lo veo en mí mismo, eso que ellos luchaban por hacerme ver, como si fuera evidente: Yo, una persona, un universo de posibilidades. Me mostraron mi persona, me enseñaron a verme a mí mismo. Me mostraron hace un montón de años, la maravilla que es ser persona.

Recuerdo ahora con risas unos cuantos cocotazos del padre Erazo, quien además fuera el primero que me incentivó a jugar fútbol, al decirme casi a regañadientes, sin pelearme por joder y hablar tanto: -Que no lo haces nada mal. No digas nada, sólo ven en las tardes a las prácticas.

Además recuerdo también algunos boches de quien me dio clases de literatura, el padre Ortega, y algunas conversaciones con el padre Gómez, quien al leer mis primeros textos, simples composiciones, fue la primera persona que me incentivó seriamente y con mucha alegría, a escribir de una manera más artística, me decía siempre: -Pero además debes habituarte a leer, haz una disciplina de la lectura. Me mostró el enorme camino de la escritura en sí misma y “lo maravilloso que eso resulta en una mente tan joven”, debe ser la frase que más me repitió. Ahora me da mucha risa recordarlo, pues él siempre me hablaba de una manera directa y a mi menor cuestionamiento o duda, me hacía señas señalándose la cabeza y abriendo los brazos y las manos, como diciéndome que en mi cabeza estaban todas las respuestas, que no me hiciera el pendejo y comenzara de una vez por todas a usarla.

Por las creencias tradicionales de mi madre, quien es aguilucha y nunca ha sido una ferviente creedora de esas que dejan todo por la religión, pero sin lugar a dudas cree en Dios, tanto como en la espontaneidad o la chispa humana, en la risa y en la importancia de la educación, así como en la música y en la maravilla que es bailar, en fin lo maravilloso que es la vida y en la vida, bailar -como ella diría- tiene su plato aparte.

Por las enormes influencias de mi padre, que era de las Estrellas Orientales, en quien prevalecía el pensamiento científico, pero más que nada práctico, con un enfoque importante en la justicia social -ejerció la medicina tanto en hospitales públicos como en clínicas privadas- y a la vez tenía un sentido muy humano de todo, que en lo político lo llevó primero a formar parte del 1J4 y en un momento hasta tomar las armas y participar en la Manacle junto a Manolo Tavares Justo, y luego a tener que esconderse para salvar la vida en San Francisco de Macorís, donde conoció a mi madre.

En resumen de cuentas, yo soy poeta, Liceísta, ateo y formo parte de una banda que hace spoken word, que se llama El hombrecito. Todo esto lo digo no para darme bombo, sino porque siempre he creído en lo ecléctico, en que la vida resulta del cruce de muchos planos, entre los que siempre está lo fortuito, las circunstancias personales y la historia. Además, a pesar de que en ocasiones me obstino demasiado en una sola cosa, la verdad es que la mezcla de planos, planes, células, neuronas, huesos, carne, tendencias, sexo, palabras y sangre, tiempo y espacio de una sola casta, la humana, siempre da buenos resultados. Si no me creen, hagan la prueba y no sean tan straights.

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