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Continental Femenino en Santo Domingo: más penas que glorias

Entre el 24 y 29 de noviembre se realizó en la Capital dominicana el Campeonato Continental Femenino de Ajedrez de las Américas, con la participación de 50 jugadoras representando a 16 de los 35 países del hemisferio. Este es un evento clasificatorio para el Campeonato del mundo y es un gran honor que FIDE América haya escogido al país para organizar esta justa ajedrecística.

Durante la celebración del importante torneo los aficionados y especialistas que ocasionalmente conocieron del mismo advirtieron con asombro que solamente jugaran seis ajedrecistas dominicanas y de ellas, una sola, de las cinco que componen el equipo olímpico. Asimismo, señalaban la significativa ausencia de la Campeona Nacional y nueve, de las primeras diez jugadoras activas del ranking nacional.

Es insólito que con el subdesarrollo del ajedrez femenino existente en el país (donde ocupamos el lugar 83 en el ranking mundial de la FIDE, el número 16 en América y aún no poseemos una Maestra Internacional) no se incluyeran más jugadoras criollas, aprovechando la oportunidad de ser país sede. En contraste, Colombia estuvo ampliamente representada con 10 jugadoras y Estados Unidos con 7.

¿De qué sirve celebrar una lid de esta magnitud, con los consiguientes gastos de recursos provenientes mayormente del presupuesto del Estado Dominicano, si no reportan resultados favorables el desarrollo del deporte?

Una incongruencia organizativa fue evidente: el Campeonato se realizó en el Albergue Olímpico Dominicano, lejos del centro de la ciudad y en horarios poco factibles para la asistencia de los aficionados y del público en general.

Con la exquisita variedad de instalaciones hoteleras con que cuenta la hermosa y atractiva capital dominicana y sus playas cercanas, ¿acaso no era más beneficioso y oportuno para el país organizar este evento como promoción turística y realizarlo en una de esas instalaciones? Al menos los gastos del evento se justificarían a favor de una inversión eficaz para la industria turística nacional.

Tal parece que hubo un desliz en la promoción de la campaña publicitaria del importante torneo en tierras quisqueyanas.

Un campeonato de esta magnitud e importancia, merece una atención y preparación organizativa previa de excelencia, programada con tiempo e inteligencia; sin embargo, tal como muestran las fotos publicadas por la Federación Dominicana de Ajedrez (FDA) se observa que la numeración de las mesas está escrita a mano, sin una presentación éticamente al nivel del evento; asimismo, se nota la ausencia en las mesas de juego de las banderillas representativas de los países y los nombres de las jugadoras con su correspondiente rating FIDE, como es un habitual ver en estos campeonatos, proporcionándoles prestancia y elegancia a los mismos.

Lastimosamente tampoco se aprovechó la oportunidad para transmitir las partidas online, afectando la promoción nacional e internacional del importante evento.

Es llamativo que las estadísticas de la conocida plataforma chess results (https://chess-results.com/tnr1067844.aspx?lan=1) muestran, que tanto el director del Torneo, como el Árbitro principal son extranjeros. ¿Acaso no hay un personal dominicano capacitado para ejercer esas tareas, con la consiguiente posibilidad de un ahorro de honorarios en divisas para el país?

Una competición de alto nivel necesita de antemano un control y seguimiento de las condiciones de hospedaje, de juego y de los detalles propios de un torneo internacional de ajedrez y mucho más, que la FIDE tuvo el honroso gesto de asignarlo a República Dominicana.

A falta de una ronda para finalizar el torneo, antes de entregar este trabajo, las jugadoras dominicanas están situadas en la parte inferior de la tabla de posiciones reflejando que no están preparadas técnicamente para una competencia de esta envergadura. Una vez más, la archiconocida falta de entrenamiento y fogueo influye en sus resultados.

¿Qué aporta al ajedrez nacional una lid sin representantes capaces de hacer resistencia a las jugadoras foráneas y sin la mínima posibilidad de lograr títulos internacionales?

El costo organizativo del torneo, (incluyendo más 5,000 dólares en premios), no tiene un retorno positivo para el Juego Ciencia dominicano, a no ser cumplir con la realización de un evento más para las estadísticas del grupo que administra el ajedrez nacional desde hace 14 años.

En resumen, fue un Campeonato con evidentes penas para el ajedrez y efímeras glorias para los organizadores y patrocinadores.

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