Ensayos sobre llamas, de Miguel de Mena

Uno tiene la sensación al leerlo de estar hablando con él en un tono menos coloquial que usualmente, donde las palabras nos recuerdan por su orden y por sus observaciones, de donde vienen, como cuando observamos o escuchamos más atentamente algo que ya nos había llamado la atención de un artista y al verlo más despacio, uno termina diciendo en su interior: Ah, claro, por eso es que él dijo tal cosa en La Cafetera. Eso que ya nos llamara la atención, ahora al retomarlo lo percibimos mucho mejor y termina uno entendiendo más su persona, sus observaciones, su manera de ver las ciudades y las cosas.

Ensayo sobre llamas, de Miguel D. Mena, puede ser abordado como la exposición de un artista que se ha encerrado durante un buen tiempo a desarrollar su arte, para luego exponer en el museo esa colección que repuntará su obra y que anhelábamos ver con las ansias que provoca haber visto una sola pieza muy bien lograda. Esa obra consigue que uno diga orgulloso, yo soy seguidor de Miguel D Mena, para no decirte más íbamos siempre a la barra Payan.

Y no es casual que haya sido así, pues tras haber leído el libro uno se queda con la clara percepción de la importancia en Miguelín de lo urbano, su trazo como ensayista es simple y directo, en este caso muy urbano. Nos hace observaciones y nos expone alguna percepción que no lográbamos entender de la ciudad en que vivimos, en este caso de la capital, pero también tiende su mirada sobre Berlín.

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