Impulso Caribe

.
Ya sea por mi muy impulsivo temperamento o por la forma muy sencilla en que veo aquellas cosas que me gusta hacer, como escribir, yo perfectamente podría decir y de hecho ahora lo digo: Yo no pienso, yo escribo. Independientemente de la resonancia de esa frase con otra pronunciada por el personaje de Crimen y castigo, Raskolnikov, que dice: “Yo no trabajo, yo pienso”.
Me sirve no sólo para resolver la tarea de escribir algo en lo que no he pensado antes ni un chin, como este artículo, sino para irme incluso profundo a los hondos hangares de mi subconsciente, donde ahora mismo pasa sólo una muy suave brisa, que la verdad en estos tiempos de tantos calores, como sólo se puede llamar ahora al calor plural de Santo Domingo, uno lamenta que no sea física esa brisa cerebral, y termina prendiendo el abanico, los abanicos, el aire acondicionado, los aires acondicionados y todo lo que enfríe o refresque.
Pero no se puede ser tan mental, como si no sudara uno la gota gorda con los calores mencionados que hacen sudar hasta a las ideas. Primero que nada me presento, soy Homero Pumarol Santos, escribo estas líneas para mi amigo Beiro, de quien siempre olvido el nombre, tanto que ya hasta suena normal así, pura costumbre y afable agradecimiento de su amistad. Su nombre se ha tornado para mí en un apellido y suena más familiar llamarlo simplemente por él y aprovechando que mencioné estos insoportables calores y a un cubano amigo, y para poner sazón al momento pongo ahora una canción de Buena Vista Social Club, titulada El Cuarto de Tula. La buena música siempre extiende los buenos sentimientos y ahora escuchar una voz que dice “candela muchacho”, pienso que también las letras de este artículo van a coger candela.
Suscríbete Gratis
Por favor, regístrate ahora para seguir leyendo