Stephen Vincent Benét traducido por Carlos Curiel
El impulso gravitatorio de la creación escrita de Stephen Vincent Benét implica una evaluación profunda de su obra debido a la disposición del lenguaje estético y a los grandes sucesos que se originaron en sus poemas, novelas y cuentos y a la aplicación de su ideal patriótico, en el que encontró mucha motivación para disfrutar sin limitaciones su pasión por la literatura.
Abordaba con seriedad varios géneros literarios y empleaba una técnica de formas fijas, lo que quiere decir que su estilo no tuvo variaciones. Por el contrario, logró la excelencia de la materia artística mediante la corporalidad que no alteraba la unidad semántica ni la condición paradójica de sus poemas y personajes, en los cuales el lector saboreaba la fascinación de su atmósfera.
Stephen Vincent Benét fue conocido por su escritura rigurosa y su habilidad para crear imágenes sorprendentes con el lenguaje. Sus poemas y narraciones están llenos de belleza y simbolismo, lo que permite a los lectores experimentar sensaciones profundas. Las imágenes poéticas y los personajes reales que crea revelan sus expectativas formales y muestran cómo utiliza la imaginería para aumentar la tensión conceptual en su obra.
Benét utilizaba recursos estilísticos que desafiaban las normas tradicionales de escritura. Su sensibilidad aguda le permitió ser reconocido como un verdadero alquimista de las palabras. Creaba un mundo lleno de ideas, símbolos e imágenes que abarcaban múltiples disciplinas. Esto generaba en los lectores una constante curiosidad y ansiedad por descubrir el desenlace de sus personajes, especialmente en sus novelas.
A través de la traducción que hiciera el consagrado escritor, periodista y crítico dominicano, Carlos Curiel, conocimos ampliamente la figura de Stephen Vincent Benét y el mundo estadounidense que le tocó vivir sobre el cual escribió varios capítulos de los orígenes y desarrollo de la poesía norteamericana, donde pone por alto a poetas como Walt Whitman y Edgar Allan Poe.
En ese contexto, Carlos Curiel expresa:
“La corriente que arranca de Whitman es impetuosa, de gran aliento y mana desde profundos estratos saturados de esencias americanistas. La aparición de su obra capital, Leaves of Grass, asignará un territorio propio a la joven nación norteamericana en la geografía de la gran literatura contemporánea”.
“Con los cánticos de Walt Whitman aflora, por primera vez, desde soterrados veneros, una corriente que devendrá torrencial y desbordará la tranquila alberca del lirismo al uso en que se reflejan fugaces sombras de nubes y pájaros, para fluir impetuosa como por rústico arcaduz y mover una noria que al volcar sus cangilones ofrecerá la inédita visión de un agreste mundo poético, vasto e inexplorado hasta entonces, como esas terrae incognitae que inscribían los viejos cartógrafos en sus incompletas cartas de navegar cuando esta América era todavía virgen intacta para la codicia del viejo mundo”.
“Menos amplia, menos poderosa y específicamente menos americana, es la corriente poética que tiene su arranque en la torturada persona de Edgar Allan Poe. Se la ha calificado de exótica –frente al radical americanismo de Whitman– al tiempo que se subraya su fría y clara pureza, en contraste con la corriente whitmaniana, que en su libre fluir arrastra toda suerte de aluviones, de oscuras sustancias con ricos poderes nutricios”.
(Fragmentos traducidos del inglés al español por el destacado escritor Carlos Curiel).
Stephen Vincent Benét nació el 22 de julio de 1898 en Bethlehem, Pensilvania, Estados Unidos, y murió víctima de un infarto en Nueva York el 13 de marzo de 1943. A pesar de haber nacido en Estados Unidos y tener inclinación por la milicia, también tenía raíces españolas. En 1928 publicó John Brown´s Body, uno de sus poemas más celebrados, por el cual obtuvo el Premio Pulitzer. También fue reconocido por su poema Western Star, sobre la colonización de América, al cual se le otorgó un segundo Premio Pulitzer, esta vez póstumo (1944).
Fue admirado a nivel internacional por la creación poética, proceso que le permitió habitar en las profundidades de la imaginación y regodearse en el ámbito de su naturaleza. Para Benét, la poesía alimenta el espíritu de vivir, y sus intemporales procesos permiten que el poeta encuentre la razón de sus caprichos o de sus misterios.
Lo comprobamos en este poema suyo de naturaleza metafísica o filosófica, como lo prefiera el lector:
“—Y sin embargo yaces intranquilo en la tumba.
No puedo descansar cómoda ni fácilmente en mi tumba.
Las ciudades son la soledad del hombre y esta fue muy solitaria en su tiempo.
(Cercada por el mar, orlada por el río:
¡Oh, el agua gris al final de las calles y los gritos desde los botes!
¡Oh, la increíble, nueva, brillante, juvenil luna!
Ella fue también muy cruel, pero paseé a su luz cuando joven, y amé con ella y con ella conocí la noche y el día. Había la altura y la luz. No hubo otra cosa igual.
Cuando vengan los dioses, decidle que construimos esto de acero, aunque los hombres ya no eran de acero y decidle al hombre que trate de excavar este polvo que olvidará su alegría ante su soledad”.
La poesía de Stephen Vincent Benét evolucionó hasta convertirse en una forma de mitificación, donde exploraba destinos, paradigmas, imprevistos, emociones y revelaciones. Esta evolución le permitió desarrollar una visión apocalíptica, a través de la cual contemplaba el mundo mediante la metamorfosis de los demiurgos. Su obra refleja una profunda capacidad para transformar conceptos abstractos en imágenes poéticas vívidas y significativas.