Hermana
Es domingo, tomo el móvil, busco el Whatsapp de mi hermana María Chabelí y le marco. De inmediato la distancia entre Santo Domingo y Barcelona se estrecha tanto como las palabras que nacen en el intervalo de una conversación. Bien lo sabrán nuestros padres desde Cuba. Ella me narra sus viajes. Su felicidad me recuerda una película sobre Vincent van Gogh donde el pintor decía que “toda la belleza del mundo cabe en un paisaje”.
Chabe es alegría. Desde su nacimiento tocó con una especie de mística esperanzadora todo nuestro hogar. Era el tercer hijo, la niña pequeña de un matrimonio de profesionales cubanos en medio de una etapa conocida como el periodo especial; eufemismo que envolvía una profunda crisis económica de la década de los noventa. Es una atleta, en el sentido de encarar con esfuerzo cada tropiezo.
Cuando mi hermana habla de los lugares que visita, es como si el aire a su alrededor cobrara ritmo y latiera con el movimiento incansable de sus palabras un recuerdo que la traslada a una comida típica o el contacto con una construcción de siglos. Su alma sonríe. Visita museos, le gusta el arte, caminar por la naturaleza, es una apasionada del mar.
No es fácil la migración, pero ella la ha encarado con todos sus dones. Su vocación por la ingeniería civil -oficio de familia- cobra sentido en cada obra que acompaña dejando su huella. Disfruta España y hace poco me escribió que desea comenzar acompañar a otros jóvenes como parte de un proyecto vinculado a la Compañía de Jesús. Siempre ha sido de poner sus dones al servicio de los demás. Trabaja como si todo dependiera de ella y confía como si todo dependiera de Dios.
Desde que los dos migramos no la he vuelto a ver presencialmente, pero hablamos todas las semanas. Recojo cada consejo suyo, son un tesoro que me hace sentir como ese alquimista de uno de sus autores preferidos, Paulo Coelho. Mi hermana es una fuerza con alas que se posa en el alma de las vidas que toca. Su mente entona melodías sin palabras, no se detiene para nada, y sueña alto cuando abre su corazón. Un día volveremos a caminar juntos por la naturaleza acompañados de toda la familia.