Ventana

Filosofía barata

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-Yo te voy a decil una vaina –externó, casi voceando, en su particular tono fañoso, el barbero Xing- Hombre que no se pela al caco en estos tiempos de tanto calol; sólo hace honol a la falta de inteligencia.

-Déjate de filosofía barata, Xing

-respondió Don Cayetano mientras satisfactoriamente miraba su pelo terminado de retocar por el oriental- es verdad que los calores ´tán muy fuertes, pero si usted no es guardia ni está preso y sale con el “caco rapao” así -al decir esto hizo un gesto con los labios para señalar al pequeño barbero oriental- hay que meterlo en la chirola o en el manicomio.

Las carcajadas que siguieron a tal respuesta sólo confirmaban que era viernes después de las 5:00 de la tarde, en el Xing Citio barber shop, un pequeño negocio que había abierto sus puertas al lado de una bomba de gasolina en la avenida Tiradentes, el muy emprendedor Chinito de un metro o el metro chino, como lo llamaban sus amigos.

Lo cierto es que era un ambiente muy entretenido, comenzando por la visión del pequeño barbero montado sobre un banquito con ruedas que usaba para estar “a la altura de las circunstancias”, como él solía decir para referirse a su oficio de barbero.

Era un ambiente casi familiar, entre amigos que se juntaban los viernes a soltar estrés y compartir una fría mientras se cortaban el pelo, se retocaban, echaban gasolina o cambiaban una goma o el aceite del carro.

De buenas a primeras Xing Citio dijo:-Hoy es el colte de mes, me voy temprano. Ustedes son de confianza, pongan seguro al irse.

Inmediatamente se quitó la batica de barbero y se paró sobre su taburete con ruedas frente al espejo, a peinarse y perfumarse.

En ese momento una rubia muy alta y vestida toda de blanco se paró frente a la puerta del negocio, esperó allí sin moverse hasta que salió el barbero Xing Citio y lo acompañó agarrada de su mamo a una limosina también blanca, en la que se montó tras ayudarlo a subirse. Antes de partir a toda velocidad, la limosina retrocedió hasta la puerta aún abierta del negocio, donde boquiabiertos aún se encontraban Don Cayetano y los demás, entonces bajó lentamente una ventana de la limosina y Xing Citio gritó: -Coge ahola filosofía balata.

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