Debemos volver a releer a Martíin Heidegger

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No me considero un filósofo pero sí, un estudioso de las ideas de muchos de ellos, desde mis años juveniles. En efecto, sentido gran admiración a lo largo de mi vida por Pitágoras, Parménides, Empédocles, Demócrito, Tales de Mileto, Sócrates, Platón San Agustín, Pitágoras, Soren Kierkegaard, Enmanuel Kant, Bertrand Russell y Heiggeder, a quienes leo con frecuencia para alejarme de la liviandad de la mayoría de los textos que ven la luz a partir de la Inteligencia Artificial y otros sistemas tecnológicos.

Creo que debemos volver a releer al filósofo alemán Martín Heiggeder (1889-1976), por la calidez y el deleite que nos ofrecen sus obras. Sobre todo, Ser y tiempo, donde nos ofrece un abanico de reflexiones sobre la existencia y la temporalidad. Es oportuno, beber de nuevo en sus fuentes para entender más profundamente la incertidumbre que vive el mundo ante un existencialismo desgarrador y amenazante, producto del fenómeno de la Inteligencia Artificial y los distintos modelos de vida que quieren imponernos las naciones más poderosas que amenazan con hacer tabla rasa al humanismo e imponer nuevos y radicales esquemas económicos, ideológicos y militares.

Con ello han abortado el desarrollo de la ciencia, alterados los sistemas medio ambientales, empobreciendo a las naciones pequeñas con empréstitos e imposiciones migratorias. Y con extravagantes metodologías han ampliado las bases del neoliberalismo convirtiéndolo en sistemas ideológicos trituradores e inhumanos que afectan a los países de menos rentabilidad. De este modo, crean laberínticos dilemas entre la competencia tecnológica y la acumulación originaria, perdiendo de vista las perspectivas del progreso colectivo, y concibiendo secreciones humanas en base a las amenazas del poder nuclear, con tal de concentrar las riquezas en unos pocos grupos económicos.

Volviendo a Heidegger, su estilo de pensar no tiene precedente en el campo de la filosofía contemporánea. Sus teorías y reflexiones desde cualquier perspectiva nos llevan a repensar sobre el origen y la evolución del hombre, sobre todo, del hombre de Occidente. La comprensión de sus argumentos nos permite ahondar aún más sobre la historia de la humanidad. En esta parte, pincela sus conocimientos a partir del pensamiento mítico que tiene que ver con lo divino en el que pondera la importancia del bien o del interés común, según la religiosidad de cada sujeto.

Dada esta vigorosa visión de la naturaleza del ser, es conveniente señalar lo que señala el eminente teólogo español Ramón Ceñal. S.J. con relación a la filosofía de Heidegger. Cejal, escribió tres sesudos ensayos que publicara en tres entregas en Cuadernos Hispanoamericanos, Revista Mensual de Cultura Hispánica, Madrid, España, en 1960, los cuales intitulas: “Palabras ser y fundamento,” “Ser y Palabra”, “La diferencia ontológica” y “Ser y fundamento”.

Veamos lo que afirma en el dintel del primer ensayo:

“Me propongo exponer algunos de los temas más fundamentales de la filosofía de Martín Heidegger, con especial referencia a sus últimos escritos y con la obligada brevedad que imponen el número y tiempo de estas lecciones”.

En esta primera lección me voy a ocupar de lo que Heidegger nos dice acerca del lenguaje. El tema, como veremos, no queda en la periferia del pensamiento de Heidegger. Su filosofía quiere ser, ante todo, una doctrina del ser: qué significa esto, trataremos de exponerlo más detenidamente en las dos lecciones siguientes. Pero la filosofía del lenguaje de Heidegger —lo vamos a ver en esta primera lección— tiene también un sentido esencialmente ontológico: ser y palabra, ser y logos viven en el hombre y viven en el pensamiento de Heidegger en la más estrecha intimidad.

Lo que vamos a exponer del pensamiento de Heidegger acerca del lenguaje puede ser representativo, de modo especialmente cualificado, de la significación e importancia que este mismo tema, el lenguaje, tiene en la filosofía actual. Este enunciado, el lenguaje en la filosofía actual, puede tener dos sentidos, que conviene deslindar con precisión. Ese título, el lenguaje en la filosofía actual, puede hacer primeramente referencia a lo que el pensamiento contemporáneo dice acerca del lenguaje como tema particular de estudio, esto es, como objeto en sí mismo de una determinada región del saber humano. Filosofía del lenguaje significa esto inmediatamente: saber filosófico sobre esta realidad multiforme que es el lenguaje; y así, la filosofía del lenguaje es una zona, una región particular y delimitada de ese ancho campo de la ciencia humana que es la filosofía, considerada ésta en su ámbito más universal y comprensivo. Sobre este tema, la filosofía del lenguaje, es rico y fecundo el saber contemporáneo: baste recordar los nombres de Amor Ruibal, Bühler, Delacroix, Hönigswald, Stenzel, Dempe, Kainz, entre los muchos que se han ocupado de filosofía del lenguaje en los últimos decenios.

Pero ese mismo título, el lenguaje en la filosofía actual, puede significar también, no ya un objeto particular de estudio, una zona o región temática del saber filosófico de nuestro tiempo, sino el intento de descubrir cómo funciona, qué significa el lenguaje, la palabra, en la especulación filosófica contemporánea. Como veremos inmediatamente, para una parte muy representativa de la filosofía hodierna —el existencialismo en el más ancho sentido—, el lenguaje no es tanto un particular objeto de estudio que reclama un saber acotado y circunscrito, sino que el lenguaje, la palabra, es un centro vital del filosofar mismo: la palabra, como veremos muy pronto, descubre y revela por sí misma el más auténtico sentido de este supremo quehacer del hombre, que es el pensar, hacer filosofía.

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