La pandemia y el escultor cusqueño
La obra “El Escultor” de Alejandro Alonso Aguirre escrita todavía en el 2016 en la Ciudad de México –tal vez sea la primera novela hecha por algún literato mexicano sobre el Cusco que se recuerde–, es un gran panneaux de visiones y imágenes de la denominada Capital Histórica del Perú, en momentos que atraviesa una pandemia producida por un virus que lo transmiten los perros. De esta forma, Alonso Aguirre, se anticipa cuatro años a la soledad y silencio que se abatieran sobre esta ciudad considerada como la cuna de la gran civilización Inka y un referente turístico peruano.
Con una percepción que le da solo la literatura, Alonso Aguirre, traza en esta petit roman una panorámica de sucesos, hechos y personajes que los cubre a modo de seudónimos con los de intelectuales de esta ciudad emblemática y allí desfilan el poeta Carlos Velazquez; los escritores Mario y Juan Guevara; Elver Pizarro; los artistas Mario Curasi y Luis Vargas; el periodista Mario Carrión; la anciana octogenaria que vendía hojas de Coca y empeñada en eliminar a los animales transmisores de la peste y, por supuesto el personaje central, el Escultor que impresiona y fascina por sus tallas de piedra y que reflejan los astros y planetas con gran admiración de propios y extraños.
Junto a ellos, destacan la calle Qorycalle –donde residiera el autor cuando estuvo por Cusco–; el conjunto arqueológico de Saqsaywaman con sus paramentos y monumentales piedras; pasajes y alrededores del templo católico de San Cristóbal y las callejas adoquinadas con muros hispanos, celosías y balcones moriscos, todos asentados sobre muros de talla tawantinsuyana.
Tal como lo hemos referido, la trama principal de la obra de Alonso Aguirre, trata sobre las vicisitudes del joven escultor que aparece en la ciudad al inicio de los estragos de la pandemia y que esconde su identidad y rostro, tapando una deformidad que nadie ha osado averiguar, pero contrariamente, con su arte encandila a turistas y en especial a una joven que lo llegó a admirar hasta el apasionamiento; pero, junto a él, el gran personaje es la pandemia que asola el Cusco, exterminando a muchos, como lo hiciera en el 2020, el Covid – 19.
Junto a la peste, las jaurías de canes, los estruendos apocalípticos y las desapariciones misteriosas de menores, se yuxtaponen las vivencias de los cusqueños que viven la soledad y el aislamiento pandémico, fielmente reflejados en “El Escultor”. Nos recuerda al único habitante que diariamente en forma persistente se posesionaba de una esquina (entre la plaza Mayor y la calle Procuradores), y lo hacía desde 1980, hasta el 2020, siendo que después de esa fecha desapareciera nos sabiéndose nada de él. Nos referimos al ayer joven “Gato con botas” y anciano prematuro, masacrado por las drogas y el alcohol.
Una pequeña novela que nos trasunta en sus 130 páginas, la grandiosidad de una urbe como el Cusco; la tremenda parálisis y temor que sufren sus habitantes por la enfermedad; las diversas reacciones y respuestas frente a la crisis y, que reafirma la pasión por la literatura de un periodista mexicano, que bajo el sello de “Sieteculebras”, editorial peruana, nos muestra un gran fresco de intensa actualidad de corte misterioso y surrealista, que nos recuerda a Albert Camus con “La peste”; a Daniel Defoe, con “El año de la peste” y muy cerca, a nuestro “cholo” César Vallejo con su cuento “Los caynas” de su etapa carcelaria, donde visiona un pueblo con sus habitantes transformados en simios.