Ventana

La escuela soviética y los entrenadores

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La Escuela Soviética daba gran importancia al entrenamiento de los jugadores jóvenes y reconocía altamente la función de los Entrenadores en la formación de los ajedrecistas. Desde Smyslov, Petrosian, Thal y Spassky, hasta Karpov y Kasparov, entre otros, todos contaron al menos con un Entrenador que lo llevó a la cumbre ajedrecística. Asimismo, los federativos soviéticos aplicaban este concepto en la preparación y entrenamiento de sus equipos nacionales.

Boris Spassky e Igor Bondarevsky

Algunos Entrenadores eran jugadores de renombre, otros eran ajedrecistas con profundos conocimientos, todos con la capacidad y la experiencia necesarias para contribuir exitosamente en la formación de sus discípulos. El ejemplo clásico es el de Boris Spassky, que se destacó desde niño bajo la mirada de Vladímir Zak, posteriormente su rápido progreso se debió a las enseñanzas de Alexander Tolush y más tarde se coronó Campeón del mundo al lado del GM Igor Bondarevsky.

Anatoly Karpov y Semion Furman

El altísimo nivel de Ajedrez de Anatoly Karpov se debió en gran medida a la ayuda que le prestó durante años el GM Semion Furman. Asimismo, Gary Kasparov contó fundamentalmente con la asistencia de Alexander Nikitin y del ex Campeón mundial, Mijal Botvinnik, éste último desde su famosa Escuela donde se formaron varios jugadores de renombre internacional.

Mijail Botvinnik y sus alumnos, entre ellos Gary Kaparov

Los federativos soviéticos tenían un criterio diáfano de la necesidad de que los jóvenes talentosos fueran preparados por expertos Entrenadores, y así mantenían esa opinión en cuanto a los Entrenadores de sus equipos nacionales a diferentes eventos internacionales. Esos dos elementos contribuyeron en gran medida a los triunfos por más de 40 años del Ajedrez soviético en la arena internacional.

Mijail Thal y Alexander Koblenz

Los soviéticos entendían que enseñar Ajedrez no era un pasatiempo comercial ni un asunto de poner a un Entrenador y quitar a otro por cuestiones de preferencia y amiguismo. Ellos veían esta tarea como algo que se debía asumir con metodología, trabajo constante, responsabilidad y disciplina; poseían un elevado concepto de que entrenar no es una tarea sencilla y que cualquiera aunque tenga disposición la pueda ejercer. Tener disposición es importante, pero sólo eso no asegura el éxito sin el respaldo de una base ajedrecística y experiencias apropiadas para transmitirle a los jóvenes.

Para los dirigentes del Ajedrez y las autoridades gubernamentales de la desaparecida Unión Soviética, obtener éxitos internacionales implicaba un asunto político que no podía ponerse en riesgo por negligencias o errores de los federativos del momento, ya que entendían que era imprescindible mantener el prestigio del Ajedrez nacional ante cualquier otra circunstancia.

La leyenda Efim Geller

Personalmente comprobé esa “norma soviética” en varios torneos, pero fundamentalmente en dos donde fui participante. La primera vez en el Campeonato Mundial juvenil de 1971 celebrado en Atenas, Grecia. El representante \soviético a ese importante evento fue Rafael Vaganian, que pocos meses antes había completado el título de Gran Maestro. Pues el que lo acompañó cono Entrenador fue el GM Efim Geller, un jugador de extraclase mundial que al año siguiente fue el Entrenador principal de Boris Spassky al match por el Campeonato mundial con Robert B. Fischer. O sea, con Vaganian enviaron a un reconocido jugador/entrenador.

GM Rafael Vaganian fue candidato al Campeonato Mundial dos veces

Asimismo en el Torneo Capablanca in memoriam de 1973 celebrado en la ciudad de Cienfuegos, Cuba, asistieron tres jugadores soviéticos, pero uno relativamente joven, muy talentoso que comenzaba a destacarse sin ser Gran Maestro aún: Gennady Kuzmin. Quien lo acompañaba como jugador y que hacía el papel de Entrenador era el ex Campeón mundial Vasily Smislov. Resultado: Kuzmín terninó en tercer lugar (detrás del propio Smyslov y del fuerte GM alemán W. Ulmann) y conquistó con relativa facilidad la norma de Gran Maestro.

Séptimo Campeón Mundial en 1957

Estos dos ejemplos demuestran fehacientemente la importancia de un buen Entrenador en la preparación y tutelaje de los ajedrecistas jóvenes. Las enseñanzas de la Escuela Soviética constituyen un patrón imitado por jugadores y países donde se tiene un alto concepto del papel del Entrenador en la formación de los talentos.

Un Entrenador de cualquier deporte debe ser una persona dueña de una formación con suficiente base técnica con un mínimo de experiencia como deportista y preparado para transmitir sus conocimientos con metodología, pedagogía y fundamento, para que el discípulo pueda asimilar las enseñanzas y alcanzar resultados relevantes. En el caso del Ajedrez es importante también, poseer una aceptable Cultura Ajedrecística que le permita enriquecer diferentes aspectos al brindar una clase, o sea, tener un background de los elementos o el tema que se está enseñando para facilitar la mejor comprensión del mismo. “Usted no puede enseñar lo que no sabe”.

Excelente libro del MI cubano Ramón Huerta

De nada vale enseñar con una computadora si no conocemos los elementos que integralmente respaldan el análisis mecánico de la misma. Lastimosamente esa es la tendencia actual de algunos “enseñadores de Ajedrez”.

Un enseñador de Ajedrez

A diferencia de la mayoría de los países europeos, en otras partes del mundo aún prevalece el criterio de que “cualquier amigo ajedrecista” puede ser Entrenador de los jóvenes talentos o de equipos nacionales. Para los federativos de estos países, algunos con muy escasos fundamentos del Juego Ciencia, son más importantes los factores extra-ajedrecísticos que los conocimientos, la experiencia y los resultados y no temen poner en riesgo la actuación de un jugador (o del equipo nacional) en las competencias internacionales al improvisar enseñadores de Ajedrez como Entrenadores. Ejemplos sobran.

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