Ventana

La mulata de la última fila

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Mario Lebrón es hombre de teatro. Junto a Teo Terrero hizo época llevando a escena obras de Marcio Veloz Maggiolo, Mario Vargas Llosa y de otros autores prominentes. Ambos complementan el prestigio de las tablas en Santo Domingo, pretigio que tuvo su momento culminante en el gran proyecto llamado “Nuevo Teatro” de Rafael Villalona y Delta Soto, quienes reunieron lo mejor de la escena nacional para vestirla de largo.

Lebrón y Terrero fueron constantes. Se arriesgaron y hoy presentan un catálogo de obras valiosas que se inscriben entre las mejores estrenadas en distintas salas del país.

Los dominicanos han disfrutado sus trabajos, al igual que otros de autores y directores prominentes como Geovanni Cruz, María Castillo, Manuel Chapuseaux, Ángel Haché, y demás figuras fundamentales.

Ahora, Mario Lebrón acude a su nueva etapa de narrador. Ha reunido doce historias breves en un volumen titulado “La mulata de la última fila”. Son relatos donde predominan las frases cortas, los símiles inteligentes, la sapiencia argumental, la cercanía al teatro y lo que es innegable, sus puntos de contactos con el cine.

Sus historias se inscriben en los márgenes del tiempo, sobre todo, ese tiempo donde lo nacional se vuelve universal y donde la literatura se construye con la magia de la cotidianidad: Son relatos de pies a cabeza. Literatura de la buena, a veces fantástica, otras dramática, y también con su buena dosis de humor. Su literatura nos transporta a un discurso cercano al mal llamado realismo que esta manos sale airoso gracias a un autor culto que sabe lo que tiene que decir, y lo dice con interés y perspicacia.

Ojalá, con este pequeño tomo, seamos testigos de una nueva carrera de Mario Lebrón, esta vez dentro del mundo de las letras. Talento y oficio le sobran.

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