Ventana

Cielo invertido, de Alejandro Santana

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Nos ocupa hoy el más reciente libro de Alejandro Santana. Un poemario muy interesante desde su propuesta y sus lúdicas figuras que dice de su veteranía en el oficio. Nuestro poeta pertenece a la Generación de los 80. Me atraen estos poemas porque están escritos como plegarias que se dirigen a un personaje en 2da persona.

De hecho, el lector forma parte de estas imprecaciones dirigidas al Creador por la razón de haberlo arrojado a ser una criatura para la muerte. ¿Qué significa morir? Estar fuera de la eternidad. Morir es, quizás, el enigma impenetrable de la cual el hombre no sabe a ciencia cierta en qué consiste, si ella nos permite trascender de este mundo efímero dispuesto para el olvido, el polvo o el salto abismal hacia una nada insoslayable.

Es verdad, la desobediencia fue la causa, aunque la condena es monstruosa. Echarlo del Edén que para el hombre fue dolor, angustia, abismo y muerte. ¿El poeta parte de la pregunta fundamental de los existencialistas ¿cuál es el sentido de estar aquí? Obviamente, tienes que buscar el sentido por sus propios medios o verte frente a la nada.

La nada es ese estado sin sentido que fluye en el absurdo. En tal sentido, es un ser para la muerte (Heidegger) o para la nada (Sartre). Aunque nuestro poeta no muestra ser ateo, echa en cara al Creador su despiada decisión de arrojarlo sin más atributo que la angustia y la muerte. Este es en sí el problema fundamental que ocupa al bardo.

Cielo Invertido es un tránsito inverso visto desde la tierra. La obra está dividida en tres partes: Polvo Eres, Materia de Eternidad y las Infinitas Formas del Vértigo. La primera plegaria donde cuestiona al creador:

“Preguntarás por el último sorbo de café

que quedó sobre la mesa junto a un libro

y entonces dirás de la vida nadie sabe nada,

la muerte es la única verdad que lo revela todo”.

(Pág. 26)

Hay cierta similitud entre Job y el poeta. El primero es víctima del revés material por una apuesta donde se pone a prueba la fe del patriarca al ser despojado de todos sus bienes, de sus hijos y por último arrojado a la enfermedad. Los amigos vienen a juzgarlo por lo que está pasando e incluso su mujer le dice que reniegue de su fe. Job mantiene su fe en el creador, pero resalta lo frágil que es el hombre. Al final Job conoce realmente a Dios y éste le regresa abundantemente lo perdido.

En este poemario el poeta regresa al creador después de haber sufrido la angustia, el dolor y la muerte por vía del sueño que es, a su vez, materia y espíritu. Por el lenguaje y el sueño se abre una puerta que se cierra y viceversa. En sí encuentra sentido a pesar del olvido y la muerte.

“Señor, estoy de camino a ti y veo que vienes a mi encuentro, ya alcanzo a ver tu rostro. Es maravilloso contemplarte. No hay dudas de que, aunque dormido estoy en tu presencia. Siempre lo supe, aun en los sueños encontramos realidades”.

*Víctor Bidó, es poeta, ensayista y crítico literario. Tiene varias obras publicadas. Pertenece a la generación 80´s.

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