El ajedrez actual es “otro ajedrez”
En estos días ha causado una conmoción ajedrecística el logro del niño argentino Faustino Oro que se convirtió en el Maestro Internacional más joven de la historia, con solo 10 años. Al mismo tiempo apareció el prodigio inglés de 9 años, Ethan Pang, que alcanzó los 2200 puntos ELO, siendo el jugador de menor edad en llegar a esa magnitud.
Son dos proezas casi inimaginables.
La realidad es que en los últimos 10 años hemos visto un desborde de jugadores jóvenes con posibilidades reales de dominar el ajedrez internacional. Recordemos que en la Olimpíada Mundial del año 2022, el equipo de Uzbekistán, integrado en su mayoría por jóvenes menores de 20 años, resultó ganador. Son los Zoomers ajedrecísticos.
Asimismo, la invasión actual de jugadores de la India constituye un fenómeno que asombra al mundo del ajedrez; basta mencionar a Dommaraju Gukesh (29/05/2006) que con sólo 18 años discutirá el cetro mundial ante el chino Ding Liren (24/10/1992) en Singapur a partir del próximo 20 de noviembre. De ganar el indio, sería el Campeón Mundial más joven en poseer el título.
Pero si nos vamos un poco más atrás, el mundo del Juego Ciencia ha estado dominado por los Millennials Magnus Carlsen, H. Nakamura, F. Caruana, Y. Nepomniachtchi, S. Karjakin, D. Liren, entre otras estrellas aún jóvenes.
¿A qué se debe, en gran medida, al domino de los representantes de las generaciones Millennials y Zoomers, en un juego que tiene alrededor de 15 siglos de existencia?
Indudablemente que es el resultado de la Revolución Cibernética, que con su tecnología digital, ha transformado el estudio y la práctica del ajedrez.
El ajedrez de los 16 Campeones mundiales clásicos, desde W. Steinitz a M. Carlsen (generalmente se consideran los 13 primeros, hasta G. Kasparov sin mencionar a V. Kramnik, V. Anand y M. Carlsen) se “modificó” de tal forma, que en la actualidad se puede afirmar que se juega “otro ajedrez”.
Del ajedrez del talento, se ha pasado al ajedrez de los dispositivos electrónicos y las bases de datos. Del ajedrez de la creatividad y la imaginación desde la apertura al final (con la consiguiente formación táctica-estratégica y del dominio de los finales), se ha transitado al estudio profundo de las aperturas apoyado en las bases de datos, obviando en parte el estudio integral como patrón vital para la superación técnica.
En la actualidad el nivel de los jugadores está muy influenciado por el uso de las computadoras y se constata que, en muchos casos, el estudio ha suplantado al talento y la imaginación. Con muy contadas excepciones, actualmente, además de Carlsen, no abundan jugadores con el ingenio de Morphy, Capablanca, Bronstein, Tal, Spassky y Larsen, por mencionar solo algunos capaces de crear obras de arte “arriba del tablero”.
¿A qué nivel llegarían esos jugadores si tuvieran es sus manos las actuales super bases de datos?
Por otra parte: ¿qué nivel tendrían los ajedrecistas Millennials y Zoomers si no se auxiliaran de los dispositivos electrónicos?
Debemos aceptar muy positivamente la modernidad y el avance tecnológico que ha permitido que algunos niños tengan éxitos impensables en la época del verdadero ajedrez clásico de Steinitz y Lasker, y de los representantes de la Escuela Soviética, desde Botvinnik a Kasparov, y otros jugadores que alcanzaron un nivel de excelencia sin contar con las posibilidades de estudio y práctica que existe en el ajedrez desde la aparición del internet.