Desde la última butaca

Atracción fatal

Dan Gallagher lleva una vida perfecta: tiene una esposa hermosa, una hija encantadora y un buen trabajo. En una fiesta conoce a Alex, una atractiva mujer que lo seduce.

Esta cinta se las trae. Emotiva, tensa. Así debiera ser un thriller popular que pretenda aclamación. Pero se queda a medias. No recuerdo otra mujer psicópata como protagonista de un filme. Pero como producto en sí, se ha dejado mancillar con el paso de los años. Y ya no es lo que fue. En la historia del cine moderno (hablo de la segunda mitad del siglo XX), solo un hombre encarnó a un enfermo mental con características letales. Me refiero a Anthony Perkins en “Psicosis”, de Alfred Hitcochock.

En esta producción que ahora Netflix repone, Glenn Close se lleva las palmas. Es la actuación de su vida. Se desdobla. De amante ocasional pasa a fiera asesina que solo piensa en los dictados de su mente enferma. A ratos luce el guion, de James Dearden. Otras, no.

Fue una obra muy taquillera en su tiempo, aunque cinematográficamente no tiene mucho que ofrecer al espectador, tanto por el desbalance actoral como en la torpeza en el cuarto de edición donde ciertos fotogramas se apresuraron en el montaje.

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