La invocación
Don Manolete parado junto al bar principal, cerca de la caja, con su guayabera blanca, brillante que decía El Gran Granada en uno de los bolsillos superiores y sus lentes oscuros, que brillaban aún más, no parecía otra cosa más que lo que era, el orgulloso dueño del Gran Granada.
Don Manolete: -Si vas a tirar la casa por la ventana, primero que nada has de abrir bien la ventana, como decía un amiguete de los viejos tiempos, rigor, rigor, ante todo, rigor.
Eu (bajando la voz): -Debería pensar igual de la higiene.
Don Manolete: -¿Qué has dicho?
Eu: -Que deberían llegar, pero que nadie viene.
Don Manolete: -Ya vedrán… y lo segundo para tirar la casa por la ventana, como decía que muy bien decía mi amiguete, buena música, que los dislates de esta vida con buena música se hacen espuma.
Eu: -Por cierto, aquí está la cerveza.
Don Manolete: -Gracias. ¿A qué hora dijo que llegaba su majestad de la bachatica?
Eu: -Cuando terminó de hacer el soundcheck dijo que estaría aquí en punto.
Don Manolete: -Pues ahí han empezado a llegar palurdos y mozalbetes, imagino que fanáticos suyos.
Lo cierto es que era temprano aún, pues el concierto estaba anunciado para comenzar en un hora, según lo acordado y ya comenzaban a llegar carros y a sentarse gente en las mesas dispuestas.
Quienes hayan estado en conciertos, sabrán que antes del artista comenzar a tocar, se crea un ambiente que para muchos es lo mejor, pues comparten en un local musical, en este caso el Gran Granada, muchas personas que a veces antes ni se conocían y que a fin de cuentas están unidas por su devoción por el artista, en este caso La reina de la Bachatica.
Don Manolete susurrando casi en silencio y separado de todos: -Esta vida me ha traído a este país del que nunca antes fui devoto, pero ala, que es grandioso estar aquí y en silencio pido con devoción del corazón, que no miente, seas quien seas, Bohechío, Anacaona o Caonabo, echadme una mano, que ya me he vuelto uno de vosotros, un dominicano más, de la Madre Patria joder, claro, pero dominicano como el que más, y ayudadme a que todo salga bien, con sinceridad os invoco, que hasta he dejado en casa un belón encendido para vosotros. Y ala, que eso os pido y vuestro poder invoco.