Ventana

Hasta dónde podemos llegar

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«El poeta, con todos sus cinco sentidos en perfecto estado de salud, va a tener, no el gusto, sino el sentimiento de enseñaros esta noche un pequeño rincón de realidad».

Federico García Lorca
Federico García Lorca«Comedia sin título»

Hace unos años, escuchaba un programa de radio, en el cual conversaba un poeta con el conductor del programa, y este decía que, aunque no era su poeta predilecto, sin duda Federico García Lorca había sido un genio, y que no sabíamos hasta dónde hubiese podido llegar, si no lo hubiesen asesinado. Tal vez el poeta hubiera seguido escribiendo obras teatrales para la posteridad, tal vez hubiese retomado la construcción de obras costumbristas, o hubiese seguido profusamente experimentando hasta límites que no hubiésemos llegado a comprender por estar tan alejado, no ya solo de su tiempo, sino incluso a siglos posteriores.

¿Quién sabe? Sin embargo, su pronta y truculenta muerte no ocultó su obra, que ha brillado y sigue brillando a lo largo y ancho del mundo. Su último horizonte, fue marcado por las circunstancias que precipitaron su fallecimiento, pero nunca se sabrá hasta dónde habría podido llegar.

Da igual que los demás no seamos genios literarios —ni de ninguna otra disciplina— y que nuestro paso por este mundo solo quede en el recuerdo de unos pocos familiares y amigos, durante un tiempo efímero. Todo esto es parte de la vida, por más certezas que alberguemos, no podemos adivinar quiénes seremos —de seguir vivos—, en unos años. Ni qué haremos. Y en cierto sentido, esa incertidumbre es parte del brillo que reluce de la vida.

Incluso quienes tienen las ideas muy claras, por más que establezcan hechos y construyan, como si de un puzle se tratara, su vida, no saben hasta dónde pueden llegar, porque convivimos con todas nuestras contradicciones y esa interminable batalla entre el lado izquierdo y el lado derecho de la existencia es parte inexpugnable de nuestra razón de ser, o como se afirma en el Kybalion: «Como es arriba, es abajo; como es adentro, es afuera».

Y creo que debemos dejar que las cosas pasen, que los ríos fluyan hasta alcanzar su desembocadura, que las primaveras se marchiten hasta no quedar más que un color bajo el sol y descubrir, como los grandes protagonistas de cada una de nuestras pequeñas historias, el destino al que nos arrastran los vientos, el camino que, de forma voluntaria o por fortuitos azares, terminamos atravesando.

Creo en esa grandeza que es la capacidad de sorprendernos a nosotros mismos y en la grata posibilidad de descubrir hasta dónde somos capaces de llegar.

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