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Un nuevo aire

Se negoció bien, pero hubo cosas que no me gustaron, como la forma en que Don Manolete pronunció mi nombre

Se negoció bien, pero hubo cosas que no me gustaron, como la forma en que Don Manolete pronunció mi nombre

Se negoció bien, pero hubo cosas que no me gustaron, como la forma en que Don Manolete pronunció mi nombre, son disparates a los que no les hago caso, pues es mi nombre real a fin de cuentas y lo importante era negociar con su majestad de la bachatica, lo que hizo muy bien Don Manolete, que para algo es español y jode tanto.

La reina de la bachatica andaba con su corte, como ella llamó al grupo de amigos que la acompañaban, de los que dijo Don Manolete: -Un grupillo de atorrantes modernos, amigos de su majestad de la bachatica y pues nada, que las perlas siempre vienen acompañadas de lastre. De mí, ella podría decir lo mismo. 

EU: - Yo al menos uso desodorante. 

Don Manolete: -Te diera un sopapo con un zapato que te hiciera saltar los dientes hasta Ginebra, pero ala, infeliz que estoy de muy buen humor para esas mamarrachadas. 

Así de bien fue nuestra negociación de lo que sería el próximo concierto de La reina de la bachata en nada más y nada menos que el nuevo Gran Granada, pues Don Manolete decidió que teniendo a su disposición una artista como ella, no podía dejar de aprovechar para relanzar el Granada y sacudirse así, de una vez por todas, de todos los vituperios y malas jugadas del destino, para finalmente brillar.

Yo no me atrevería a decir el nuevo Don Manolete, porque de verdad estaba ya bien peleado por el tiempo cuando esto pasó, pero es muy cierto que a partir de esa negociación tuvo una nueva actitud, no me pregunten en cuál esquina compró los lentes oscuros que empezó a usar creo que hasta para dormir, y aunque parezca mentira, mucha verdad también es que a partir de entonces comenzó a usar chacabanas que decían en uno de los bolsillos El  Gran Granada, lo que atrajo a muchos conocidos suyos y que benefició mucho al bar a fin de cuentas, pues atraía un nuevo público en general, mucha gente nueva. Lo cierto es que -aunque me cueste decirlo- Don Manolete tuvo un brillo, como decimos aquí, cogió un nuevo aire, se convirtió en una especie de estrella.

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