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El tiempo en la mente de Borges

JORGE LUIS BORGES

JORGE LUIS BORGES

El amplio mundo de la literatura cuenta con una diversidad de autores capaces de convertir lo más simple en algo complejo, y lo más complejo en algo más simple. En la vasta galería de la literatura, las obras de Jorge Luis Borges destacan por su exploración profunda y multifacética del tiempo. A través de sus poemas, Borges teje un tapiz complejo de percepciones temporales, desafiando las convenciones lineales y adentrándose en los reinos de lo eterno, lo cíclico y lo efímero.

Jorge Luis Borges, nació en Buenos Aires, Argentina, en 1899 y fallecido en Ginebra, Suiza, en 1986, fue un destacado escritor argentino al que se le considera una de las figuras más importantes de la literatura en español del siglo XX. Se destacó por su habilidad para cultivar diversos géneros literarios y por su capacidad para fusionarlos de manera intencionada. Su contribución más destacada radica en sus relatos breves, lo que le otorga un lugar excepcional en la historia de la literatura, perteneciente a las vanguardias literarias, que surgieron en la primera mitad del siglo XX, representan una serie de movimientos que buscan la innovación y la libertad en la expresión artística. Específicamente en la poesía, la literatura vanguardista se opone y contradice los valores, estilos estéticos previos y la tradición literaria establecida.

Según Ortiz (2013), el término "vanguardia" proviene del francés "avant-garde", un término militar que resalta la naturaleza innovadora y desafiante de estos nuevos movimientos, tanto en el arte como en la literatura. Entre las vanguardias literarias destacan siete corrientes principales: cubismo, futurismo, expresionismo, creacionismo, dadaísmo, ultraísmo y surrealismo.

Uno de los temas recurrentes en la poesía de Borges es la noción de un tiempo circular, donde el pasado, el presente y el futuro convergen en un continuo sin fin. En poemas como El remordimiento Borges examina la naturaleza ilusoria del tiempo, planteando interrogantes sobre la realidad de nuestros recuerdos y la fugacidad de las experiencias. Leamos un ejemplo: He cometido el peor de los pecados/que un hombre puede cometer/No he sido feliz/Que los glaciares del olvido/me arrastren y me pierdan, despiadados.

Más adelante podemos ver el poema El reloj de arena En este poema, Borges sugiere una reflexión profunda sobre la naturaleza del tiempo y su semejanza con el destino. El autor compara el tiempo con el destino al señalar que ambos comparten ciertas cualidades o características. El tiempo, ya que al tiempo /y al destino Se parecen los dos: /la imponderable Sombra diurna/ y el curso irrevocable del agua/ que prosigue su camino.

Continuando con el análisis de los poemas de Borges y cómo se refiere al tiempo podemos también analizar el siguiente poema Mirar el rio hecho de tiempo y agua… Borges emplea la metáfora del río para representar el tiempo como un flujo incesante y continuo. Esto se podría relacionar con la concepción del tiempo como algo que transcurre de manera constante e irreparable, similar al río que fluye sin detenerse. Esta idea refleja la noción de temporalidad donde el tiempo es percibido como una sucesión continua de momentos.

La comparación entre el tiempo y el río también sugiere la transitoriedad de la existencia humana. Así como el agua fluye y los rostros pasan, las experiencias y las personas en nuestras vidas también son efímeras, marcadas por la constante transformación y el paso del tiempo. Desde una perspectiva existencialista, esto puede interpretarse como la impermanencia de la vida y la necesidad de aceptar el flujo constante del tiempo.

El poema también plantea la idea de la pérdida y el cambio a través de la analogía con el río y el agua. Esta reflexión nos lleva a considerar la naturaleza cambiante de la identidad y la realidad, donde las personas y las cosas se transforman con el paso del tiempo. Nos invita a cuestionar la estabilidad de nuestra identidad y cómo nuestras percepciones están influenciadas por el flujo temporal. Mirar el río hecho de tiempo y agua /y recordar que el tiempo es otro río /saber que nos perdemos como el río /y que los rostros pasan como el agua.

La poesía de Jorge Luis Borges es un laberinto temporal donde pasado, presente y futuro se entrelazan en una danza incesante. Su habilidad para capturar la esencia del tiempo y sus matices a través de la palabra escrita lo consagra como uno de los maestros indiscutibles de la literatura universal.

Borges tenía un gran arte, existir le quedó bien, pero escribir, sin duda alguna le ha quedado mejor. Leer a Borges es sumergirse en verdades que se piensan pero que rara vez se dicen, en verdades y realidades que se saben pero que las palabras no se encuentran en cualquier mente más que en la de él, y sus escritos, aunque él ya no esté seguirán vivos en el tiempo.

Negar la sucesión temporal, negar el yo, negar el universo astronómico, son desesperaciones aparentes y consuelos secretos. Nuestro destino (a diferencia del infierno de Swedenborg y del infierno de la mitología tibetana) no es espantoso por irreal; es espantoso porque es irreversible y de hierro. El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo, desgraciadamente, es real; yo, desgraciadamente, soy Borges.

JORGE LUIS BORGES, «Nueva refutación del tiempo». En Obras Completas, Otras Inquisiciones (1952), Emecé Editores, Buenos Aires, 1974, p.771

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