Dime lo que estás bailando y te vuá decir de dónde cojeas
La influencia de la música en el universo que eres es muy poderosa, pues es algo que te define, es también la música una forma de acercarse a tu centro, a ti mismo, pues es una muestra muy particular de lo que eres, de lo que conforma tu ser, independientemente de que escuches al Añoñaíto o a Shubert, lo más reciente de Karol G o Marroon 5, Pink Floyd, Buena Vista Social Club o Radiohead.
El fenómeno que internamente produce la música demuestra la complejidad del universo que eres, abre cuestiones ontológicas en la más inmediata carne, en la más insípida piel, deja ver hacia adentro, hace viajar y de pronto -sin siquiera entrar en el tema- demuestra lo complejo del aparato humano. Bajando a la tierra, viendo mis zapatos sucios y medio estrujados, digo que una de las cosas en que más me fijo cuando conozco a una persona es en la música que escucha, en la música que se oye al compartir con ella, porque a fin de cuentas creo que la música que escuchas es una muy transparente muestra de eso que eres. Mi tía Dulcita hubieran dicho “es una fotografia del alma”, o “Dime lo que estás bailando y te vuá decir de dónde cojeas”. Si ahora me tocara definir la música, dentro del marco de las palabras anteriores, diría que la música es un fenómeno social que iguala a los seres humanos. Si alguno duda que la música nos iguala, vaya a cualquier centro nocturno y verá como siempre termina un europeo o una gringa meneando arbitrariamente todo su cuerpo contra un o una criolla tratando de acompasar aquello, compartiendo con sus iguales en esta isla del caribe.