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Éramos más pobres

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Pienso en la carretera del Este, siempre averiada, destartalada, casi un camino vecinal que precisamente en Semana Santa nos llevaba hasta la finca de la familia en Higüey o a la casa en la playa Uvero Alto.

Eso si, todo el camino el asfalto roto, medio destrozado -cuando había-, deshecho entero o envuelto en amenazantes lodazales y con grandes agujeros al acecho.

Envuelto también en pasteles en hoja, dulces de leche o bolas de queso blanco y chistes familiares de los que había que agarrarse la barriga entre saltos de neumáticos y fuertes vientos, como es usual en esta época del año o con ocasionales aguaceros, pero era semana santa, 4 días para salir del julepe de la capital.

Había paradas obligatorias, como los pasteles en hoja en San Pedro de Macorís, los dulces donde Doña María en Higüey, (yo era enfermo con una barra de dulce de cajuil que mi papá o mi mamá compraban antes de salir del pueblo hacia la finca).

Además, el hielo. Nada me hace sentir la diferencia de los tiempos como ese recuerdo. Ya saliendo del pueblo de Higüey nos parábamos a comprar hielo, dada la numerosa cantidad de miembros de mi familia, se compraba bastante hielo para no fuñir más con eso hasta el regreso el domingo. Eran otros tiempos, era un país más pobre y a la vez éramos más ricos.

Ahora recuerdo que siempre los empleados de la finca se reían al vernos llegar y desempacar, pues sólo en mi familia éramos 7 personas y al ser semana santa, iban todos los hermanos de mi papá con sus familias. Recuerdo que una vez Marín, persona muy cercana a la familia, quien además trabajó toda la vida en la finca, al vernos llegar y mientras nos ayudaba a desempacar, dijo: -Llegaron los muchos.

Ese momento de la llegada y el desempaque, era muy particular, era llegar al verde, adentrarnos a la naturaleza y a la familia.

Por unos días nos envolvíamos en un ambiente muy fuera de carros, calles, teléfonos o televisores. Eso me hace pensar que eran otros tiempos, pues en la finca no había televisión ni teléfono y esos días la pasábamos muy alegremente. Éramos más pobres y éramos mucho más alegres.

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