Ventana

Cómo ser perfecto, la antología de Ron Padgett

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En cuanto abres el volumen de «Cómo ser perfecto» es inevitable no rememorar algunas de las escenas de Paterson. Y es natural, la antología poética que reúne los poemas de Ron Padgett, son los que utiliza Jim Jarmusch para Paterson, su poeta y protagonista del largometraje de nombre homónimo.

Ron Padgett nació en Tulsa, Oklahoma, en 1942 y vive entre Vermont y Nueva York. Empieza a escribir en plena adolescencia. A los dieciséis años, descubre a William Carlos Willams, y su influencia cambiaría para siempre su modo de entenderla. A los 17 años funda la revista «The White Dove Review» en la que publicaron grandes autores como LeRoi Jones, Allen Ginsberg, Jack Kerouac o Robert Creeley. Al año siguiente, se traslada a Nueva York y cursa estudios en la Columbia College (actualmente Columbia University), donde recibe clases de Kenneth Koch. Pertenece a la segunda generación de la escuela de Nueva York y a lo largo de los años ha escrito una veintena de libros, cosechado numerosos premios, entre ellos el Harold Morton a la traducción o el William Carlos Williams por la publicación de toda su obra reunida en un volumen. Ha traducido del francés a Pierre Reverdy, Guillaume Apollinaire y Blaise Cendrars.

«Cómo ser perfecto», la colección de poemas que la editorial Kriller71 publicó por primera vez en español (2018), toma el nombre de uno de los poemarios escritos por Ron: «How to be perfect», publicado por Coffee House Press (2007), y es una antología de los poemas que ha escrito a lo largo de su vida, desde aquel lejano primer poemario publicado en 1967, «Bean Spasms», que escribió en colaboración con Ted Berrigan, hasta los poemas que escribió para el largometraje de Jim Jarmusch. Es una antología bilingüe, cuya selección y traducción recae en manos de Anibal Cristobo y Patricio Grinberg.

La de Ron Padgett es la poesía de lo cotidiano, que se vuelve el centro de una poética que no busca la exaltación o la grandeza de los versos, sino el centralizar la mirada en un detalle, en algo que podría pasar desapercibido para todos los demás y que, de pronto, se convierte en el punto de interés, en el eje central, y el arte se forma, se crea a todo su alrededor: «Atravieso / billones de partículas / que se apartan al pasar / mientras a cada lado / otros billones / siguen donde estaban».

A menudo, el lector se ve reflejado por los temas que se suceden: la rutina, el día a día, los problemas cotidianos, las contradicciones, la vida, el presente, etc. También es la poesía de las cosas, de los objetos fabricados en cadena, de las herramientas y las cosas de andar por casa, porque ¿quién no tiene un martillo en casa?, ¿quién no lo ha utilizado alguna vez? Un martillo es una herramienta versátil, que conviene poseer para resolver algunos quehaceres cotidianos, pero también podría haber traspasado esa cotidianidad y haberse convertido en una pieza de arte rescatada de algún vertedero por Marcel Duchamp, o podría haber sido una pintura de René Magritte, con el lema «ce n'est pas un marteau», o tal vez podría haber estado pegado a una pared, con cinta adhesiva, como la banana «Comedian» en aquella feria Art Basel, de Miami, y haberse vendido por miles o quizá cientos de miles de dólares. Y por supuesto, también puede inspirar un poema, de hecho, Ron se inspira en una de estas herramientas para escribir el poema «Toma este martillo»: «es el martillo más hermoso / que conozco, una barra / de acero pulido con el mango forrado / con tiras de cuero unidas misteriosamente, / el peso una distribución de lo perfecto / de la cabeza al mango».

En «Un poema de amor», el poema en el que trabaja a lo largo de la película el protagonista de Paterson, una caja de cerillas de una marca concreta, por ejemplo la Ohio Blue Tip, es la excusa perfecta para hablar del amor, para mostrar su intensidad. Puede ser motivo más que suficiente para la irrupción del amor. En este caso, además de convertir el propio objeto en pieza artística, Padgett nos habla de un sentimiento tan profundo como es el amor, más allá de los atardeceres tenebrosos o las grandes tempestades, desde lo cotidiano, desde esa caja de cerillas que utilizamos para encender los fuegos en la cocina o para encender un cigarrillo y que expresa en sí, toda una explosión de sentimientos y emociones: «soy el cigarro y tú la cerilla o yo / la cerilla y tú el cigarro, quemándonos / con besos que arden hacia el cielo».

A medida que se avanza con la obra, es frecuente detectar una fina capa de ironía, hay espacio para el humor, como en muchos de sus «consejos» para ser perfecto: «Visita países extranjeros, excepto aquellos cuyos habitantes han expresado el deseo de matarte».

«Las ideas están en las cosas», dice William Carlos Williams que, aunque exageradamente, condensa en sí toda la filosofía poética de Padgett. Aunque, como confesaría en una entrevista realizada por Eduardo Lago: «La poesía no es cuestión de ideas. Si me hubiera dado por pensar en la poesía desde un punto de vista abstracto, probablemente jamás habría escrito un solo poema».

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