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NEGRITA COME COCO

Prieto, bembón y feo

A Jordany Montero Montero nunca se le olvida andar con su cédula porque sabe que es prieto, bembón y feo.

Lo que para muchos podría ser un documento básico en caso de algún accidente, para entrar a una institución pública o para hacer alguna transacción bancaria en República Dominicana es una especie de pasaporte para nuestro Jordany. No han sido una, ni dos veces en que al muchacho lo detuvieron en “operativos de interdicción migratoria”.

No importa que ande con una mochila llena de libros de medicina. Ni que tenga sus ropas bien planchadas (para demostrar que es un muchacho de un hogar honesto). Siempre, los agentes de migración lo pararán para ver si es de aquí. Porque en este país no hay gente tan negra como el carbón. Porque esos morenos solo están del lado maldito. Y todos los que tengan ese color, alguna raíz de la patria de Dessalines tienen que poseer.

La primera vez que unos militares pararon a Jordany se sintió indignado y lleno de verguenza. “Dame tus documentos, moreno”, le pidió un agente de migración casi tan negro como la noche. “Yo soy dominicano”, le respondió Jordany. “Se me importa lo qué digas. Pasa tus papeles sino quieres que te lleve a Haina”, le dijo el militar con voz firme.

Jordany reflexionó. No quería problemas con militares. También se quería ahorrar el viaje al Centro Vacacional de Haina, el lugar dónde llevan a migrantes indocumentados y documentados. Así como a cualquier dominicano que tenga un color de piel “fuera de la norma”. Por eso le mostró su cédula al hombre que le miraba con desprecio. Solo así, aunque con cierta sospecha, el hombre le dejó seguir su camino, mientras le voceaba: “Usted es prieto, bembón y feo. No se moleste cuando le pidan sus documentos”.

Sin importar si aquel hombre tuviera razón o no, Jordany decidió seguir su consejo.

Era mejor evitar problemas en la calle. Y más con militares. Nuestro protagonista siempre tuvo temor de todo uniformado. Antes de entrar a la universidad, lo detenían a menudo en las redadas que hacían por su casa, en Los Guandules.

En ese entonces era el pan de cada día de todo muchacho de barrio que estuviera en la calle al momento de pasar Los Topos: “listos para combatir el crimen, la droga y la delincuencia en sentido general”.

Pero ahora era diferente. No importaba que ya no estuviera en el barrio. Ahora era por ser prieto, bembón y feo.

  • Indhira Suero Acosta
  • Instagram: @negritacomecoco1

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