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NEGRITA COME COCO

Hasta ahí llegaste

Pistola de 9 milimetros

Pistola de 9 milimetrosGetty Images/iStockphoto

“Yo ando protegío con la gracia de Dios”, dijo Juan Dionisio Basora, guardia del Ejército Nacional, mientras caminaba por la 27 de Febrero con un arma de fuego en la cintura.

Después de pasar toda la noche de sereno en la casa de la querida de su jefe, lo único que quería Juan Dionisio era llegar a su casa, con su mujer y sus cuatro hijos. Todo lo que hacía nuestro protagonista era para su familia. No importaban las malas noches, los desplantes, las dificultades, todo valía la pena por ellos.

El guardía caminaba a paso firme y rápido, como si en su mente alguna vocecita le dijera: “uno, dos, uno, dos, uno dos”. Sentía el peso de su arma contra su cintura. Una presión agradable, que le hacía sentir seguro.

El sol era lo que le molestaba a Juan Dionisio. Hacía mucho calor para andar con el uniforme de distintos tonos de verde y con las botas negras. Por eso se desabotonó un poco la chaqueta y al hacerlo sintió una especie de alivio, que le recordaba cómo se sentiría una vez llegara a su hogar.

El mismo sol que le molestaba a Juan Dionisio, lo hacía con Luis Matos Santos conocido en su barrio como Cara de Machete. Un tiguere de la calle. El ladronazo. Un jovencito que apenas acababa de cumplir los 18 años y ya era un reconocido delincuente de su barrio.

Cara de Machete se levantó ese día dispuesto a buscarse lo suyo. “Hoy no le paro a nadie”, pensó el muchacho mientras perseguía a paso firme y rápido a una señora que llevaba a una niña, de unos tres años, de la mano.

Lo que no sabía Cara de Machete era que detrás de él venía un guardia. Que el uniformado vio cómo el delincuente apuntó con una pistola a la señora y la niña mientras le decía que le pasara el celular.

Todo fue tan rápido que les juro, queridos negritos, que Cara de Machete ni cuenta se dio de su muerte. El disparo del guardia lo mandó en directo y en vivo para el cielo (¿o tal vez al infierno?). En unos días, su puesto como atracador en la 27 de Febrero lo ocuparía otro jovencito.

“Yo ando protegio con la gracia de Dios”, dijo Juan Dionisio Basora, guardia del Ejercito Nacional, mientras siguió caminando por la 27 de Febrero con un arma de fuego en la cintura después de matar de un disparo a Cara de Machete.

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