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Titulares

  • Mi gran temor es que esta máquina infernal de producir pobreza mental llamada redes sociales, mate la capacidad de criticidad del pueblo y nuestra calidad de pensamiento cada día en menor en todo sentido.
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El periodismo ha cambiado de forma irreversible. El público reduce la información de interés al titular y debate en torno a él su parecer. Véase que esta semana los principales medios del país ponían en los muros de sus redes sociales que el papa Francisco aprobaba las uniones entre personas del mismo sexo. Me tomé el trabajo de leer los comentarios en algunos de los usuarios y era evidente que el 85% de esos "opinólogos" de Instagram no habían leído el documento que aparecía en el titular llamativo del arte de la publicación.

Como soy testarudo hice algo sencillo, busqué a 10 personas cercanas que habían opinado sobre el asunto y, de forma silenciosa, les pregunté: “¿no les resultará mejor escribir en el feed del periódico luego de leerse el documento emitido por el Vaticano?”. Nueve de los encuestados me dijeron, “ na, yo no estoy para consumir ese panfleto emitido del Papa”. Lo curioso es que la declaración Fiducia supplicans sobre el sentido pastoral de las bendiciones, emitido por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, solo está compuesto de una página.

En la Universidad de La Habana aprendí que la marca es una construcción social de la que el cliente desea ser parte. Ahora está sucediendo igual con las informaciones, pues las personas desean armar, a partir del propio título, su relato que no necesariamente deba ser el real; algunos llamamos a este fenómeno: posverdad. Los medios hambrientos de likes sueltan el titular a Instagram, Facebook, Youtube, X, Tik Tock y dejan que el usuario muerda ese hueso y lo mastique a su gusto poniéndole todo el condimento necesario a la información con sus comentarios.

Mi gran temor es que esta máquina infernal de producir pobreza mental llamada redes sociales, mate la capacidad de criticidad del pueblo y seamos una masa cada vez más estéril, con una calidad de pensamiento cada día menor en todo sentido, reducidos a discursos de odio. Le llamo calidad de pensamiento a la capacidad humana de amor, encuentro, fraternidad, solidaridad, esperanza, fe y crecimiento comunitario.

Los titulares estridentes son la nueva piedra grial de esta nueva cultura comunicativa en esta época donde aún me pregunto a qué llamamos “contenido”, pues, se va viral un tipo que sale en Tik Tock orinándose los pies y diciendo que eso da suerte. No en vano varios cerebros importantes de los entornos que conozco utilizan las redes sociales para lo mínimo. Presiento que ese será un lujo del que disfrutarán en el futuro las clases más acomodadas, al resto, nos queda nadar en esas aguas si deseamos sobrevivir.

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