¡Es Navidad!
Celebración, tradición, fuegos artificiales, regalos, intercambios, fiestas, bailes, cenas exquisitas, sabrosos desayunos con lo que sobró de anoche, sabrosas comidas con lo que sobró de anoche -¿y cuántos fue que cenaron aquí anoche?- y aún mejores cenas a casa llena con nuevas recetas familiares hasta tarde, con baile y muchísimos abrazos e inolvidables momentos.
Intercambios agradables muy esperados, conversaciones alegres con buena música de fondo, visitas de personas que hace tiempo no veíamos, familiares y amigos que llegan de fuera del país, reunidos para pasar buenos momentos y no falta el que grita: -¡Carajo, es Navidad!
En fin, se celebra el fin del año y la llegada del año nuevo. Se celebra la vida, con sus mejores deseos y sentimientos, se mira hacia adelante y hacia atrás en el tiempo, se reflexiona, se planean nuevas cosas, se recuerda mucho y en ese punto en que la emoción casi entristece, vuelve el que grita y grita: -¡Carajo, es Navidad!
Es indudable que me adelanto un par de semanas a la fiesta navideña, ello lo hago por dos razones, primero: Es muy fuerte en mi familia la tendencia a la celebración en general y más aún en navidad, y segundo: Para sugerir con buen tiempo prudencia a todos. Las fiestas más que ninguna otra actividad, requieren de nuestra cautela, para disfrutarlas plenamente, para seguir mejorando la vida.