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Kasparov: la concentración es la clave del éxito

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Con frecuencia observo a jugadores de buen nivel técnico que cometen errores inexplicables; un día juegan bien, pero al siguiente lucen muy mal y lejos de jugar su mejor ajedrez se apuran de tiempo y finalmente pierden o dejan escapar una fácil victoria. Una de las razones de tal desenvolvimiento se puede encontrar en la falta de concentración.

¿Qué es la concentración? Es el proceso en el que se descarta la toma de información intrascendente y se centraliza captar la información de lo sobresaliente. Dicho de otro modo, la concentración es la capacidad de centrar la atención en una faena real en un momento dado, mientras se omite aspectos sin un vínculo directo con la tarea principal. Cuando la concentración es eficiente, el trabajo es más fácil, la memoria se perfila mejor y en menos tiempo, y se evitan los errores.

Hablando sobre la concentración Gary Kasparov en su obra “El hijo del cambio” deja bien sentado su importancia durante la partida: “Para mí, entrenado en el método científico por Mijail Botvinnik, la concentración es la clave de todo. Muy a menudo tenemos problemas durante la partida por falta de concentración. Parece una cosa muy simple, pero es la virtud más importante, es ser capaz de concentrarse en los momentos realmente importantes. Por desgracia, la vida moderna es mala para la concentración.

Ahora se lleva una vida muy activa, muy rápida. Estamos acostumbrados a tratar con muchos asuntos, incluso con muchos problemas al mismo tiempo. Tenemos que leer, ver la televisión, escuchar conversaciones, todo al mismo tiempo. Cuando yo tenía dieciséis, diecisiete, incluso veinte años, me podía concentrar mejor que ahora, que tengo más intereses, más problemas concernientes al ajedrez y de otros tipos.

La importancia de la concentración radica en que es la única manera de encontrar algo nuevo y original ante el tablero de ajedrez, la única forma de crear asombro con nuevas ideas. La gente espera esto. Contemplan a los campeones por esto. Creen que es un don del cielo, una bomba que cae de las alturas. Pero no es así. Está dentro de nosotros. Estoy seguro de que todo el mundo puede hacerlo, pero hemos de preparar nuestra mente.

Debemos concentrarnos. Algunas personas, al ver mi intensa concentración ante el tablero, con la cabeza entre mis manos y una mirada fija en mis ojos, creen que es un acto destinado a asustar o intimidar\ a mi adversario, como la famosa mirada de Mijail Tal. No es así, aunque debo admitir que a veces puede producir este efecto ante un débil o impresionable oponente. Todo esto es realmente en mi propio provecho, para excluir cualquier distracción exterior y forzarme a excavar profundamente en el interior de mi mente para lograr las combinaciones correctas. Hay que mantener los pensamientos unidos, no permitir que se dispersen bajo la presión.

Con esto no quiero decir que haya algo místico en este proceso. No es como un éxtasis religioso o un médium en trance. Es más, como un artista o un científico que recurre a su entrenamiento disciplinado, uno en las técnicas de su arte y el otro para dominar las leyes de la naturaleza, y así lograr un inspirado y original descubrimiento de sí mismo. Haciendo esto uno debe llegar hasta lo más profundo de su ser, a las raíces de su propia naturaleza y, sobre todo, a la concentración”.

El criterio de Kasparov es suficiente y categórico para demostrar la gran importancia de la concentración durante la partida, no sólo para evitar cometer errores, sino también, para encontrar las mejores ideas en cada posición y así sorprender al rival en los momentos decisivos del enfrentamiento.

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