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El ajedrez dominicano en red de mate

Recientemente se celebraron en Santiago de los Caballeros los Campeonatos Nacionales por edades, con escolares menores de 12 años hasta juveniles de 20 años

Recientemente se celebraron en Santiago de los Caballeros los Campeonatos Nacionales por edades, con escolares menores de 12 años hasta juveniles de 20 años; en dos categorías: Open y Femenino. De las 31 provincias y el Distrito Nacional con derecho a enviar jugadores, menos de la mitad estuvieron presentes en ese importante evento.

Donde más se destaca la ausencia de ajedrecistas en las categorías juveniles: en el U20 femenino participaron solamente 7 jugadores provenientes de 4 provincias. La categoría U18 femenino no accionó por falta de jugadoras. En el masculino U20 apenas jugaron 12 jóvenes representando a 7 provincias.

Las categorías U18 y U20 son muy importantes en la pirámide de calidad del país porque de ellas debe salir el relevo generacional para sustituir a los principales jugadores nacionales actuales. Ante la crisis participativa de ajedrecistas y provincias en los Campeonatos Nacionales por edades se desprende que el relevo generacional prácticamente es casi nulo.

La ausencia de la mayoría de las provincias en el evento de Santiago de los Caballeros es un reflejo de que la práctica del ajedrez en el interior del país ha colapsado, quizás por el abandono a que están sometidas la mayoría de las provincias por la entidad que administra el ajedrez desde hace más de 13 años.

A esa penosa situación del ajedrez escolar y juvenil, se agrega que, en la actualidad, el ajedrez femenino del país se encuentra en el lugar 75 en el escalafón de la FIDE (Federación Internacional de Ajedrez) del ajedrez con un pobre promedio de 1872 puntos ELO y ninguna jugadora alcanzando los 1900 puntos. Hay que señalar que aún no contamos con una Maestra Internacional y las últimas Maestras FIDE, lograron el título en el año 2014. En este género es mínimo el desarrollo, no hay calidad, ni se vislumbra un avance a corto plazo; lograr una MI o una Gran Maestra sería una gran utopía.

En la última Olimpíada Mundial Chenai-2022 en la rama femenina quedamos en el lugar 110 y en la masculina en el 88 y en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de El Salvador 2023, los resultados de República Dominicana fueron muy pobres en los dos géneros: 9no lugar en el evento de partidas rápidas en los dos sexos; lugar 15 en el Blitz femenino y 10 en el masculino. O sea, en los 4 eventos el país quedó por debajo de la mitad de los 16 participantes.

Estas estadísticas nos dan una idea del ajedrez actual y de las pocas posibilidades de ver un necesario cambio generacional. Tal es así, que el país estuvo más de 10 años sin graduar un Maestro Internacional hasta que en octubre del año 2019 el joven Josué Araujo logró el título como miembro del proyecto independiente Ajedrez Joven R. D. dirigido y patrocinado por el ingeniero Rafael Damirón, programa que en menos de 4 años de trabajo demostró que si se labora con tesón, organización y criterio técnico se pueden alcanzan buenos resultados. El anterior MI dominicano había sido Lisandro Muñoz Santana en el año 2007.

La falta de proyectos técnicos, la desmotivación de los talentos por diversas causas y la improvisación como norma de las autoridades correspondientes, son parte de las razones de que nuestro Juego Ciencia no tenga el nivel y prestigio de décadas anteriores, cuando se alcanzaron aceptables resultados internacionales, incluyendo el título de Gran Maestro de Ramón Mateo.

El ajedrez dominicano amerita un trabajo de envergadura para recuperar el terreno perdido en los últimos años. No se puede pretender que con golpes de suerte y alejados de un trabajo con objetivos bien definidos en planes y programas, se pueda progresar en una actividad difícil como es el ajedrez. Por el momento la masificación, paso previo de la calidad, está en situación de ahogo.

En contraposición con la penosa situación del ajedrez dominicano, en los últimos años la calidad del ajedrez internacional ha avanzado, incluyendo a los países asiáticos, africanos y árabes, por lo que se impone una transformación del trabajo en el país, atendiendo la realidad que muestran las estadísticas oficiales; desconocer ese realidad sería muy dañino para el Juego Ciencia nacional, mucho más sabiendo, que en las últimas Olimpíadas mundiales equipos africanos nos han derrotado, algo impensable hace 15–25 años.

Las evidencias son claras y elocuentes y más de una década de retroceso en el deporte no resulta fácil de recuperar.

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