Los brindis…y los brindis
Verdaderamente pareció que toda la capital llegó a Bávaro -como dijo uno de los vendedores en el Drink point-, pues aunque corto el trayecto desde ahí hasta la playa, fue muy ruidoso, como que la cercanía de las olas les animó más a vibrar y como dicen popularmente “ahí fue que se encendieron” todos esos motores y los franqueadores y por supuesto the pink bus.
Toda la superficie del mar de ese punto al que llegaron en la playa de Bávaro, frente a Jelly Fish, donde estacionaron la guagua rosada, pareció temblar al recibir tales visitantes y hasta las olas del mar vibraron al compás del atronador ruido de todos los motores que rodeaban a la guagua de Macetours a su llegada final a Bávaro.
Primero bajó su majestad, como algunos de los pasajeros le decían a La Maceta Rodriguez y por un ataque de romanticismo o por el trote que había sido llegar hasta este punto de su vida y verse frente a las preciosas olas del este del país, dijo: -Dan gana de besar la arena, pero que bese la tierra el papa, yo soy de Quisqueya la bella.
Sin formalismos ni ademanes distintos a su naturaleza, El mudo dijo: -Al agua carajo aró, aró, aró, aró, dende la cárcel no veo mar.
A su lado pasó mas veloz la Panera voceando para que todos lo oyeran: -El que no se baña cae otra vez preso.
Y se zambulló corriendo en una gran ola que lo hizo nadar mejor que una tilapia.
Los demás estaban al rededor de la guagua rosada, buscando sillas y apeando tereques como es normal siempre que se llega a un sitio, pero al escuchar las palabras de la Pancracio corrieron como los prófugos que eran, para salvar la vida.
No se gastó más energía en nada que no fuera diversión, dentro o fuera del mar o de la pink bus que finalmente estaba en la playa de bávaro, sólo digamos que se concentraron en pasarla muy bien. Poco a poco, nunca de prisa, terminaron de apear los bultos, bolsos, motetes y cosas de cada uno, de todos los pasajeros. Se hizo uno y otro y otro brindis, y otro más por si acaso no es suficiente, repitiendo una y otra vez palabras sobre lo bueno que es ese sentimiento tan sabroso de llegar a donde sea, cuando se llega con amigos. Entonces el mudo dijo: -Aró, aró, aró, sobre todo cuando se viene de allá adentro.
Y otra vez comenzaron los brindis y los brindis y los brindis.