Miedo fronterizo
Corta queda la palabra “tensión” al describir una reciente experiencia en los alrededores del aún sin terminar muro fronterizo con la nación hermana de Haití. Una zona que a pesar de estar caracterizada por el alto flujo comercial con los compatriotas desde hace bastante tiempo, igual de elevados han sido los incidentes ocurridos con reactividad como una pizca de pólvora.
Los propios residentes de las comunidades aledañas cuentan la incertidumbre con la que viven, sentimiento que se ha vuelto tan propio que lo asimilan como ordinario. Casi tan ordinario como supuestamente ver autobuses cargados de haitianos ilegales varias veces al día, como comentaba un señor sentado en un comedor de Dajabón mientras señalaba uno transitando.
Y esta “tensión”, o el término que surja de su completa exageración, se ve maximizada con los trabajos que buscan realizar los nacionales haitianos al conectar un canal de riego con el río Masacre. Es justo en ese determinado espacio, en esa calle polvorienta que conecta ambas naciones y por donde pasa el afluente del que desean desviar aguas, que cada paso dado pareciera trasmitir malos presagios a pesar de estar escoltados por militares.
Allí, decenas de haitianos, desde su “lado de tierra”, presenciaban los trabajos de esta obra que ha generado malestar y motivaban a los reporteros a pasar hacia su país con sonrisa burlona, mientras vociferaban palabras que parecían invitaciones sarcásticas, sabiendo que por seguridad y estrictas órdenes de los uniformados claramente serían rechazadas a pesar de los pocos metros a recorrer.
Es en este panorama que uno de ellos decide acercarse, colocándose justo detrás del límite territorial, para expresar de manera enfática que estaban en todo su derecho de construir el canal de riego, a la vez que agregaba otras expresiones en torno a las acciones del Gobierno dominicano que solo nutrían el tan ya alimentado “miedo fronterizo”.