La psicología dentro de la preparación del ajedrecista
El entrenamiento del ajedrecista conlleva adquirir conocimientos técnicos que combinados con el ejercicio físico y la preparación psicológica permiten al jugador, en “gran medida”, jugar con confianza ante cualquier rival.
Digo en gran medida porque existen otros elementos que ayudan a que el jugador se sienta seguro desde la apertura hasta el final. Por ejemplo: poseer buen dominio del sistema de aperturas que utiliza con una mínima experiencia del mismo. Esto le permite jugar “suelto” desde los primeros movimientos sin temor de cometer errores que puedan llevarlo a una mala posición en la apertura y en la transición al medio juego, ya sea desde el punto de vista estratégico o táctico.
Otro elemento para jugar con seguridad y confianza, fundamentalmente con un jugador superior, es haber tenido un fogueo previo o roce con ajedrecistas de mayor nivel. Esto le asegura conocerlos y verlos como humanos capaces de cometer errores y no como personas infalibles sujetas a no equivocarse en una partida de cuatro horas.
Por este factor es recomendable que en el entrenamiento integral pre competencia, el ajedrecista incluya el intercambio de conocimientos teóricos y prácticos con jugadores superiores.
En este caso recuerdo, que siendo entrenador del exitoso proyecto independiente Ajedrez Joven R. D., periódicamente yo le brindaba simultáneas -algunas cronometradas- que me permitían, no sólo evaluar a los jóvenes alumnos, sino también, para que se foguearan con un jugador titulado de mayor nivel; esa experiencia produjo sus frutos.
A la par del entrenamiento técnico a los miembros de Ajedrez Joven R. D., también se les atendía directamente con un Psicólogo especializado en deportes. Una importante iniciativa muy bien pensada por el ingeniero Rafael Damirón, director y patrocinador del proyecto.
La práctica del roce con jugadores de mayor nivel era una herramienta utilizada por la Escuela Soviética de ajedrez -potencia mundial por varias décadas-, y a tal efecto enviaba regularmente a los Círculos de pioneros talentosos, a los mejores jugadores del país, incluso Campeones mundiales, para ofrecer simultáneas y charlas técnicas.
Tomando como patrón al ajedrez soviético se comprobó que la preparación integral del ajedrecista -técnica, física y psicológica- facilita dotarlo de la seguridad y confianza para poder intervenir en eventos de relativa magnitud y a la vez poder enfrentarse sin preocupación a jugadores de mayor fuerza práctica.
Aunque Robert Bobby Fischer declaró: “no creo en la psicología, creo en las buenas jugadas”, es innegable que la estrella estadounidense fue un fiel seguidor de la Escuela Soviética de ajedrez y de ahí su interés por visitar Moscú, la meca del ajedrez mundial, en junio de 1958 a sus 15 años, para jugar con Grandes Maestros, ya aflorando como un futuro rival de los campeones mundiales soviéticos.
A los pocos años el joven Fischer se enfrentaba con seguridad y confianza a los mejores jugadores del mundo, por su excelente preparación integral que incluía además, un amplio dominio de los sistemas de aperturas que utilizaba. Precisamente en su match contra Boris Spassky en 1972, Bobby acompañó, a su alto nivel de juego, algunas escaramuzas psicológicas que terminaron por darle el triunfo y el título mundial de ajedrez.