Ventana

Un país para no soñar

Viendo esto, si hacen sentido las palabras de mi primo, ¿Realmente a esto aspiramos?, a un país donde se pueda soñar con estudiar porque no hay oportunidades laborales

Mi primo de 18 años, quien se encuentra en uno de los momentos más importantes de su vida: decidir qué va a estudiar y a lo que se va a dedicar el resto de su vida.

En días pasados conversaba con mi primo de 18 años, quien se encuentra en uno de los momentos más importantes de su vida: decidir qué va a estudiar y a lo que se va a dedicar el resto de su vida. “¿Qué quieres estudiar?” -le pregunté- a lo que me respondió que no estaba seguro, pues se debatía entre Contabilidad u otra carrera que tuviera amplio campo laboral.

Le cuestioné el por qué de sus opciones, a lo que me explicó qué tenía que estudiar “algo en lo que se consiga trabajo”.

Ilusionada e inspiradora, le expliqué que siempre es bueno estudiar algo que nos guste, en lo que nos sintamos felices y no simplemente en tener un trabajo o estabilidad económica, sin esperar que su respuesta me dejaría sin una razón para continuar la conversación.

“Este país no está para soñar, muchacha”, fueron sólo siete palabras las que rebatieron mi argumento y me dejaron pensativa. En aquel momento no pude precisar si mi primo, de sexto de bachillerato, se encontraba en lo correcto o no, o si su pensamiento estaba fundamentado en la repetición de opiniones que emiten aquellos que no ven más allá de la fecha de pago en una empresa.

Aspiro a un país con jóvenes de mi estirpe, que sepan pensar y estudiar lo que les guste. Un país de mucha mayor seguridad para transitar a cualquier hora

Pero, el tiempo y los hechos le han dado la razón a mi primo al ver que, en efecto, este país no está para soñar. En este país no se pudo soñar para Yordy, que mientras se encontraba compartiendo con primas, amigos y vecinos cerca de su residencia, luego de salir a comprar algo al colmado, con solo 13 años murió a tiros por desaprensivos.

Yordy Guillermo Rodríguez, soñaba con sacar a su abuela, Julia Rodríguez, del barrio donde vivía, Los Guandules, pero esa noche sus sueños se fueron con él y derrumbaron las esperanzas de Julia.

En este país tampoco se pudo soñar para Carla Maribel, de solo 14 años, cuando recibió dos impactos de bala en el cráneo, llevándose consigo el sueño de ser doctora para sacar a su mamá del barrio donde vive.

Gioser Luis, de solo 9 años, también vio convertidos sus sueños en pesadilla al venir de visita al país y ser alcanzado por una bala, cuando se suponía que tenía que compartir con sus familiares, amigos y quizás visitar alguna playa dominicana.

No se que sueños tenía Gioser, quizás habría sido un buen doctor o aspiraba a ser abogado, o es probable que se habría inclinado por las artes, no obstante cayó en un sueño profundo donde no existe un amanecer y no sabremos qué vueltas habría dado la vida para él.

Los sueños en este país también se troncharon para Angelo Rafael Medina, el joven de 19 años que falleció a causa de varios disparos para arrebatarle su mochila y con ella, sus sueños.

Angelo era estudiante de Diseño Gráfico, el mayor de sus hermanos, el amor de su madre, un ejemplo para sus conocidos y un buen músico, pero su vida terminó cuando se dirigía de trabajar a su hogar.

Viendo esto, si hacen sentido las palabras de mi primo, ¿Realmente a esto aspiramos?, a un país donde no se pueda soñar con estudiar porque no hay oportunidades laborales o a otro donde más como Yordys tengan miedo de salir a comprar algo por evitar ser víctimas de la delincuencia.

O quizás a uno donde más Carla crean que no pueden salir en las noches, porque los delincuentes no calculan el resultado de sus actos, o un país donde más Angelos no quieran salir a trabajar porque siempre hay un asaltante al asecho, o tal vez a otro donde más Giosers no quieran volver de visita, porque quizás sea la última.

Aspiro a un país con jóvenes de mi estirpe, que sepan pensar y estudiar lo que les guste. Un país de mucha mayor seguridad para transitar a cualquier hora sin temor a ser alcanzados por una bala.

No es justo de vivir de creencias e ilusiones y se nos confirme que este país no está para soñar, o quizás es que, ¿Tenemos que soñar con un país mejor? No se, dejó la pregunta en el aire.

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