Mi tío josé

El autor recrea una parte de la vida de un personaje de su entorno familiar

El autor recrea una parte de la vida de un personaje de su entorno familiar

El autor recrea una parte de la vida de un personaje de su entorno familiar

Su nombre, como originalmente lo concibió mi abuela, era José Gilberto, pero tiempo después, cuando revisó el acta de nacimiento y leyó José Gil Santos Badía, inmediatamente se armó la trifulca.

Mama Niña (mi abuela): -Pero Sabás, te dije trescientas veces José Gilberto, además Gil es un apellido.

Llámenlo destino o sólo viajen a San Francisco de Macorís en 1939 y entenderán porqué mi abuela al darse cuenta del desliz, ¿quién sabe cometido por quién?, no pasó de achacarlo un poco a mi abuelo, respirar profundo y dejarlo así. Además, suena muy bien..

De todas las cosas memorables de mi tío José, que son muchas, lo que mejor expone su personalidad son sus tres defectos. En la época que vivió en mi casa, nos pedía que se lo dijéramos todo y mis cuatro hermanas y yo, muertos de risa, le respondíamos: Que sólo tienes 27 años, que todo te queda bien y que has luchado toda la vida por estar mal y no has podido.

Era tremendo jinete y siempre lo buscaban para montar caballos en venta y así mostrar sus noblezas a posibles compradores. A mí me enseñó muchas cosas que me definieron, desde usar palabras muy criollas, llamar a las cosas por su nombre, mejor aún si hacen reír; hasta seguir aquello que realmente uno desea. Mi mamá suele decir, ése hizo lo que quiso siempre, hasta practicaba Yoga.

Siendo yo un adolescente, íbamos juntos al gimnasio del hotel Lina y cada vez que veíamos damas hermosas, mi tío me decía: -Dile algo, dile algo a esa. Me enseñó a dirigirme con naturaleza a las mujeres, me solía decir: Se te van a salir los ojos ¿y te vas a quedar callado viéndolas? No ombe, dile algo. Además, me mostró que la vida uno siempre la puede llevar, dirigir, salir adelante, aunque el dinero ande flojo.

Sabía y decía mil refranes o dichos que siempre los aplicaba en momentos en que todo mundo estaba muy serio o errado y sin más ni más él los decía, haciendo reír a todos. Cuando alguien estaba haciendo algo mal o muy torpemente, mi tío solía decir: “Pa’ ser bruto no hay que estudiar”, y luego lo hacía él correctamente.

En una ocasión iba con unos amigos caminando a una fiesta y le dijeron que si no podía apurar el paso, que iban a llegar tarde. Mi tío respondió: Bueno, yo tengo otro paso, pero es más corto que este.

Dicen que recordar es vivir, a mi tío José yo siempre lo recuerdo.

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