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Darío Suro: El mago de los sortilegios

La obra de Darío Suro resulta un impulso fenomenal por su espontánea factura y lo más importante es su actividad continuada de la innovación y la fuerza natural de sus pinceladas, que abrazan lo telúrico y conceptual desde una perspectiva de confrontaciones entre la materia y la peculiar jerarquización de sus temas, donde la simbología del caballo y el erotismo poético transmiten una emoción impredecible.

Su arte refleja un mundo en constante evolución, al apoyarse en distintas apuestas vanguardistas, y una pasión desenfrenada por la experimentación, aportando a su creación pictórica un estilo ágil y un grafismo de gran belleza en su colorido y contrastes composicionales.

Puso de relieve una inventiva excepcional que abarcó en sus pinturas y dibujos la expresión conceptual, la disposición formal y técnica, logrando que el objeto artístico alcance la excepcionalidad a partir de un diseño composicional que subvierte todo cuanto nos muestra su imaginación.

En las sucesivas escaladas pictóricas el maestro Suro logra transmitir formas, símbolos e imágenes alegóricas, repertorio plástico que distribuye en las superficies y atmósferas en muchos de sus cuadros y que funde, de modo espectacular, en una amalgama de colores primarios, secundarios y terciarios.

Sus obras traducen un inquietante drama traducido en enigma, irracionalidad y magia, mismo que se convierte en irreverente ante el espectador por sus símbolos impasibles. Por supuesto, en sus obras, lo incesante, cotidiano y paradójico se corresponde a un tiempo enervante y cuyo lenguaje sirve para definir el espectáculo de sus invenciones existenciales.

Su arte comunica lo más hondo del drama humano y el entramado de una especie de servidumbre y revelación, el cual acusa el poder imaginario e inagotable del artista, quien, además, propone un arte retador.

Por tanto, en la atmósfera de sus cuadros se percibe la interioridad de un erotismo especial en lucha con la sensación, la ilusión y el sueño. De esa manera, los espectadores se encuentran frente a un arte arraigado en los enigmas existenciales y en elementos apologéticos que ponen de manifiesto la sensibilidad y la subjetividad del artista.

El arte del maestro Darío Suro nos traslada a Paul Delvaux (1897-1994), quien quiso pintar un cuadro fabuloso en el que pudiera vivir y cuando pintaba se sentía presente en todo el cuadro. Al terminarlo todo se hundía: el cuadro y él con el cuadro.1 Es interesante cómo este artista integra la poesía erótica y las fantasías a su arte.

Darío Suro fue un pintor excepcional. Fue también, diplomático y crítico de arte. Nació en La Vega, en 1918 y fallece en Santo Domingo en 1991. Bajo las orientaciones de su tío Enrique García-Godoy realiza en su ciudad natal sus primeras actividades en las artes plásticas antes de la fundación de la Escuela Nacional de Bellas Artes.

Contribuye a crear el entusiasmo por la plástica que precede a la apertura de dicha escuela. Se le puede considerar, junto a Jaime Colson y Yoryi Morel, uno de los creadores de la base pictórica en República Dominicana. Se establece en México desde 1943 a 1947, y allí obtuvo de los maestros mexicanos Diego Rivera, Lazo y Guerrero Galván, la fuerza expresiva que hay en sus obras. Al regresar a su país realiza su primera exposición individual en la Galería Nacional de Bellas Artes, la cual fue acogida y puesta de relieve por los círculos culturales. Además de pintor se desempeñó como crítico de Arte.

Residió en la ciudad de Washington muchos años, de donde recibimos sus obras. Expuso en colectivas internacionales muy importantes, así como en las nacionales de destacada importancia. Realizó exposiciones individuales en Londres, París, Madrid, Italia, Colombia, Alemania y Estados Unidos, especialmente en el Riverside Museum, la Galería de Rose Eried y en la Poindexter de Nueva York, las cuales obtuvieron merecidamente la acogida del público y de la crítica. Concurrió a numerosas bienales, incluyendo la de Venecia, Pittsburgh, las nacionales, obteniendo premiaciones y reconocimientos.

Sus obras se encuentran en importantes museos de nuestro país, así como de países europeos, de Norte y Suramérica. Asimismo, encontramos sus obras en colecciones privadas nacionales y extranjeras. De igual modo se encuentran expuestas en forma permanentemente. Sus cuadros han sido presentados y comentados en: Enciclopedia de La Lengua Española, México, D.F.; La Revue Francaise No.56, 1954; Revista Art., Mayo 1956. Página 51; Notes of College, by Barbara Guest, New York; Catálogo de la Exposición Internacional de Pittsburg, 1962; Almanaque Mundial del Reader´s Digest, 1955; Contemporary Artist in Latin America, 1945; División of Intelectual; Gran Enciclopedia Soviética, Volumen 8, 1974; Historia General de las Artes, Volumen VI, parte I, Moscú y en la Enciclopedia del Arte Latinoamericano, Buenos Aires, Argentina, 1973

La obra de Rubén Suro parte de las culturas primigenias, insertando un lenguaje que se apoya en la dialéctica y la filosofía moderna. La estructura arquitectónica en su obra, conforman una técnica sobria y proyecta una peculiar energía expresiva. La ilusión del mito se conecta con el más moderno de los estilos académicos, sus pinceladas lucen espontáneas, su paleta es rica en colorido y en sus cuadros existe una profundidad conceptual.

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