Éxitos negativos
El deporte ha servido como inspiración para millones de personas a través de distintas generaciones y diversos atletas han sabido marcar época en sus distintas disciplinas a través del ejemplo y la superación, aunque en muchos casos el éxito alcanzado no es manejado de la mejor manera y como resultado se da el fracaso en la vida.
Mayormente eso pasa cuando el triunfo llega de sorpresa, por accidente del destino o un golpe de suerte. Entonces se descubre que el deportista no estaba preparado psicológicamente para el éxito y su relativa gloria deriva en una escasez de razonamiento que le impide escapar de la burbuja que le aferra al triunfo pasado, sin vislumbrar que el mañana necesita nuevas estrategias para lograr otras conquistas.
El éxito necesita humildad y luchar contra el ego que nubla la mente y así evitar, que éste se convierta en una sensación de superioridad que nos desvíe de nuestras metas. Es donde la autoconfianza se infla y se convierte en arrogancia, distorsionando la propia realidad, opacando el talento y mermando la relación social.
En tal circunstancia se aconseja no dormirse en los laureles del éxito, y más bien quedar insatisfechos, para exorcizar el demonio de la mediocridad que nos impide dar lo mejor de nosotros mismos.
Las personas verdaderamente exitosas dominan al ego. Saben escuchar para poder crecer, y luchar contra la valoración excesiva de uno mismo se convierte es una batalla de todos los días… si queremos avanzar en el deporte y poder recibir el éxito de forma positiva y no dañina.
En mi extensa carrera de más de 55 años de ajedrecista he conocido Maestros de gran renombre, en los cuales, la humildad, la ética deportiva y la caballerosidad han sido sus sellos de distinción. La decencia y la sencillez de Mijail Botvinnik y Vasily Smislov, por mencionar dos ex Campeones mundiales que tuve la dicha de conocer, estaban muy alejadas de la arrogancia que pudieran exhibir por haber logrado una trayectoria colmada de éxitos y legados.
Asimismo, se pueden mencionar otros jugadores de la élite mundial de diferentes épocas que sus éxitos iniciales jamás fueron dañinos para su crecimiento ajedrecístico y los cuales son dignos representantes de la calidad y el prestigio del país que representan en tierras extranjeras.
Relacionado con el tema en cuestión es muy útil la enseñanza que nos dejó J. R. Capablanca en la frase: "ha habido momentos en mi vida en los que estuve muy cerca de pensar que no podía perder ni una sola partida. Entonces, resultaba vencido, y la derrota me obligaba a descender a la tierra, desde el mundo de los sueños".