Ventana

Sobre Gabriel García Márquez

Manlio ArguetaSan Salvador, El Salvador

Conocí a Donoso, a Vargas Llosa, a Cortázar, a Rulfo, a Arthur Miller a Vonnegut, a J.B. Doctorow, participe en un recital con el Nobel Joseph Brodski; y con el Nobel Claude Simón, estuve en una recepción en el New York Times; y muchos más; pero hubo dos escritores que quise haber conocido y no lo logré: Carlos Fuentes y García Márquez. Con este por lo menos le hablé desde Nueva York para que me apoyara en un acto cultural de solidaridad con El Salvador que se realizaría en Manhattan, el Gabo estaba en México, y me atendió su secretaria, o a lo mejor su esposa, y me dijo que no era posible viajar a N.Y. Fue el único contacto que intenté con este escritor fenomenal.

La imagen más fuerte que tengo sobre su obra sea cuando su padre o abuelo lo lleva a conocer el hielo, sentí que yo lo acompañaba. También recuerdo la carta apócrifa escrita por un joven cómico y titiritero mexicano (a nombre del Gabo) anunciando la hora de su muerte. García Márquez desmintió que hubiese escrito una carta tan tonta como la que había circulado Poe Internet. Sin embargo, un año después, cuando el Gabo sabe que se trata de un joven, se disculpa con él por haberlo descalificado y reconoció que la carta era excelente. Todos los que la leyeron pensaban que solo este pudo haberla escrito.

Y por último me llama la atención y lo acepto, la declaración del Gabo cuando afirma en una entrevista que no es un realista mágico, él se reconoce como realista aun en “Cien años de soledad”. Esas imágenes al parecer mágicas son reales.

Confirmo esa verdad pues Remedios la Bella la niña que vuela, coincide con otra niña en mi infancia en San Miguel, El Salvador: a mis 6 años, hubo un escándalo en el barrio de una niña que volaba. Le dije a mi abuela que si podía llevarme a verla (pues pasaban caravanas de gente hacia la estación de trenes para ver a la niña voladora que, para que no se fuera al cielo, la había amarrado de un tobillo, como si fuese un globo. Es un gran pesar que aún tengo cuando mi abuela se negó a llevarme. ¿Era real? ¿Era invención de la gente? Y si es así, de dónde nacen esas imaginaciones. De nuestra realidad popular mucho más increíble que la realidad imaginada.

Me siento honrado de haber sido contemporáneo de García Márquez. Me animó, junto a Vargas Llosa, Fuentes y Dos Passos, que debía ir hacia la novela, aunque eso implicara abandonar mi poesía. No corrió ese abandono, la novela también puede ser una expresión poética. Además, ellos demostraron que era una falacia que la novela estaba muerta, falacia euro centrista pues para los latinoamericanos que estaban naciendo la novela que nos ubicaría en la geografía como los adelantados de la palabra narrativa.

Recordaré, a ese escritor, que escribió sobre la memoria de nuestros pueblos y que se anima a olvidar en estos últimos días de su vida.

No importa, sus recuerdos de niño y escritor adulto, se los lleva para sí, pero también nos la hereda en una gran memoria de nuestros pueblos para recordarnos que alguna vez fuimos marginados del pensamiento, de la idea creativa y que gracias a él, recorremos el mundo con nuestra realidad procesada por la imaginación, la verdadera realidad que nos sigue transformando.

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