Las aventuras del doctor Alquitrán
El curso del peñón con ruedas era depositar a sus pasajeros en sus respectivos hogares tras los últimos acontecimientos. Cierto que iban muy alegres, escuchaban a todo volumen a Raulín Rosendo: “Verde pintura madura, la guayaba es la mejor”, y todos gritaban, intentando cantar, cuando pasaban justo por la intersección de la Avenida 27 de febrero con Abrahan Lincoln, Vandalis gritó:
- ¿Pero qué es eso?
Señalando hacia adelante una bola azul burbujeante del tamaño de una pelota de basket-ball que cayó del cielo ruidosamente, fue creciendo y creciendo velozmente y ocupando todo poco a poco, metro a metro, empujando, apartando y aplastando objetos, carros, palos de luz, semáforos y personas, hasta convertirse en un gigante mole azul que se apoderó de ese tramo de la 27.
Se escuchaba un griterío generalizado de personas afectadas y espantadas que corrían alejándose de la mole azul.
Tremendo Gordo: -Si no tuviera ese color, yo diría que es de la familia.
Ex-Umpire: -Fao, eso no es familia de nadie.
El peñón con ruedas se convirtió en trinchera y sus ocupantes se protegieron tras él para observar aquello.
De pronto una voz de mujer muy fina salió de la enorme mole azul y entre la gritadera generalizada se escuchó claramente: -La-la-la la-la, la-la-la la-la, la-la-la la-la, Maxi, maxi, maxi, psssssst, no seas bandido Vandalis.
Tremendo Gordo: jefe, ¿Dónde es que usted 'tá yendo a buscar mujeres? Lo buscan. Cuidao si se enamora.
Aquella enorme masa azul tenía voz de mujer muy seductora.
Ante la sorpresa de todos, Vandalis salió de detrás del peñón con ruedas corriendo y se dirigió a la mole azul con los brazos abiertas.
Vandalis: -Muchacha, ¿y dónde es que tu 'tabas?
Ex-umpire: -El amor es ciego, díganlo duro y el jefe 'tá emperrao. Miren, miren, miren, le va a dar un beso.