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Desde la última butaca

Get: El divorcio de Vivianne Amsalem (1 de 2)

Los hermanos Ronit y Shlomi Elkabetz (ella Ronit y él Shlomi) incorporan una mirada muy personal a la estética del llamado “cine judicial”: la voz de una demandante que tiene la razón, pero las leyes de su país se la niegan.

Ambos directores (ella es también la protagonista) no enfrentan una historia donde la corrupción de un sistema, de un tribunal o de un jurado impide consagrar un legítimo derecho, sino a otras leyes anárquicas, fuera de contexto y condenatorias. De manera que no estamos ante un juicio penal donde se defiende o no la inocencia de alguien. Sino presenciamos la batalla personal de una demandante que defiende su derecho como persona con pleno goce mental ante una ley que se lo niega.

Dentro de esa categoría fílmica corren múltiples obras, a lo largo de la historia del cine. La diferencia entre “Doce hombres sin piedad”, (por ejemplo) y “El divorcio de Vivianne Amsalem no es solo la naturaleza de un proceso judicial, sino una especie de semiótica de la impotencia donde la culpabilidad es lo que menos importa: Esconde la naturaleza indiferencia de los encargados de impartir justicia quienes, con las manos atadas, tienen que respetar el status quo, para no contradecir la ley que le niegan su derecho a esa mujer, aunque conocen la razón que le asiste.

No estamos, pues, frente a un filme emotivo, ni a una conmovedora denuncia por maltrato físico de género.

Aquí se mueve algo mucho más complejo: la facultad de impartir justicia en base a la obsolencia de principios desactualizados, tradiciones salvajes y maneras ortodoxas de ejercer la judicatura sobre la simple base de interrogatorios y aportaciones de pruebas realizadas solo para cumplir con las apariencias, pues apórtese lo que se aporte, la sentencia es ya conocida. Aquí no hay “buenos ni malos”, sino hombres y mujeres que actúan según las normas morales de la sociedad donde viven.

Esa ley que los obliga a comportarse de una manera determinada, aunque en el fuero interno los encargados de impartir justicia estén en su contra.

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