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Cambio climático y armamentismo

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Moisés ÁlvarezSanto Domingo, RD

Quien esto subscribe ya había dado la voz de alarma en el 2018 y en el 2021 (ver notas 1 y 2) pero es ahora que el Transnational Institute (TNI), Stop Wapenhandel y Tipping Point North South (TPNS) publican el documento “CLIMATE COLLATERAL: How military spending accelerates climate breakdown”, el cual consideramos lectura obligada para todo aquel involucrado en la lucha contra el cambio climático y en particular a los negociadores. Debajo un resumen, y adaptación, del mismo (traducción libre por este autor). Para obtener el original en inglés (ver nota 3).

Mientras los negociadores climáticos del mundo se reúnen para su cumbre anual (COP27) en Egipto, es poco probable que el gasto militar esté en la agenda oficial. Sin embargo, como muestra este informe, el gasto militar y la venta de armas tienen un impacto profundo y duradero en la capacidad de abordar la crisis climática, por no hablar de promover la justicia.

Cada dólar gastado en lo militar no solo aumenta las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), sino que también desvía los recursos financieros, las destrezas y la atención de abordar una de las mayores amenazas existenciales que la humanidad haya experimentado.

Además, el aumento constante de armas en todo el mundo también está agregando combustible al fuego climático, avivando la violencia y el conflicto, y agravando el sufrimiento para aquellas comunidades más vulnerables al colapso climático.

La trayectoria del gasto militar y las emisiones de GEI se encuentran en la misma curva ascendente empinada. El gasto militar global ha estado aumentando desde finales de la década del 1990, aumentando desde el 2014 y alcanzando un récord de $2,000 billones en el 2021. Sin embargo, los mismos países más responsables del gran gasto militar no pueden encontrar ni una fracción de los recursos o el compromiso para abordar el calentamiento global.

Nuestra investigación revela lo siguiente:

Los países más ricos y los más responsables de la crisis climática están gastando más en lo militar que en la financiación climática

• Los países más ricos (clasificados como Anexo II en las conversaciones climáticas de la ONU) están gastando 30 veces más en sus fuerzas armadas de lo que gastan en proporcionar financiamiento climático para los países más vulnerables del mundo, lo cual están legalmente obligados a hacer.

• Siete de los diez principales emisores históricos también se encuentran entre los diez países con mayor gasto militar en el mundo: en orden de magnitud, Estados Unidos es el que más gasta, seguido de China, Rusia, Reino Unido, Francia, Japón y Alemania. Los otros tres con el gasto militar más alto (Arabia Saudita, India y Corea del Sur) también son grandes emisores de GEI.

• Entre el 2013 y el 2021, los países más ricos (Anexo II) gastaron $9.45 trillones en lo militar, el 56.3% del gasto militar global total ($16.8 trillones) en comparación con un estimado de $243.9 billones en financiamiento climático adicional. El gasto militar ha aumentado un 21.3% desde el 2013.

El gasto militar aumenta las emisiones de GEI

• Un informe de 2020 de Tipping Point North South estimó que la huella de carbono de los ejércitos mundiales y las industrias de armas asociadas fue de alrededor del 5% de las emisiones globales totales de GEI en el 2017. A modo de comparación, la aviación civil representa el 2% de las emisiones mundiales de GEI.

• En términos de consumo de combustible, si las fuerzas armadas del mundo se clasificaran juntas como un solo país, serían el 29.o mayor consumidor de petróleo del mundo, justo por delante de Bélgica y Sudáfrica.

• Otras estimaciones de CEOBS y Scientists for Global Responsibility (SGR) sitúan la huella de carbono militar anual en 205 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente para los Estados Unidos y 11 millones de toneladas para el Reino Unido de dióxido de carbono equivalente, con Francia representando alrededor de un tercio de los 24.8 millones de toneladas estimados de la Unión Europea.

No hay evidencia de que los militares puedan ser verdes

Las fuerzas armadas de los países más ricos alardean cada vez más de sus esfuerzos para hacer frente al cambio climático, señalando la instalación de paneles solares en las bases, la preparación de defensas a nivel del mar y la sustitución de combustibles fósiles en determinados equipos militares. Sin embargo, una mirada más cercana sugiere que esto es más exageración que sustancia:

• En la mayoría de las estrategias climáticas militares nacionales, los objetivos de reducción son vagos e indefinidos. El Enfoque Estratégico de Defensa, Cambio Climático y Sostenibilidad 2021 del Reino Unido, por ejemplo, no establece objetivos de reducción además de "contribuir al logro del compromiso legal del Reino Unido de alcanzar cero emisiones netas para 2050".

• Las fuerzas armadas no han podido encontrar alternativas de combustible adecuadas para el transporte y el equipo utilizado en operaciones y ejercicios, que representan el 75% del consumo de energía militar. Solo el combustible para aviones representa el 70% del combustible utilizado por los militares, seguido por la propulsión naval y, en menor medida, de los vehículos terrestres. El ejército se enfrenta a los mismos desafíos que el sector de la aviación civil: los combustibles alternativos siguen siendo demasiado caros, de disponibilidad limitada e insostenibles.

• La mayoría de los objetivos declarados de 'cero netos' se basan en suposiciones falsas, que dependen de tecnologías como la captura de carbono, que aún no existen a escala, o dependen de combustibles alternativos que tienen serios costos sociales y ambientales.

• Mientras tanto, los militares siguen desarrollando nuevos sistemas de armas que contaminan aún más. Por ejemplo, los cazas F-35A consumen unos 5,600 litros de aceite por hora frente a los 3,500 de los cazas F-16 a los que sustituyen. Dado que los sistemas militares tienen una vida útil de 30 a 40 años, esto significa mantener sistemas altamente contaminantes durante muchos años por venir.

Además, las alianzas militares como la OTAN han dejado claro que no comprometerán el dominio militar para abordar el cambio climático. El cambio climático, en diferentes planes de seguridad nacional, sigue siendo más un llamado a aumentar el gasto militar para hacer frente a esta 'amenaza', que un desafío para reducir o repensar sus operaciones.

La invasión de Rusia a Ucrania ha sobrealimentado el gasto militar y las emisiones

La invasión de Rusia a Ucrania en el 2014, y especialmente la enorme escalada desde febrero del 2022, se ha utilizado para aprobar aumentos importantes en el gasto militar (y, por lo tanto, en las emisiones de GEI), sin señales de que ni Rusia ni la alianza de 30 miembros de la OTAN hayan siquiera considerado los impactos climáticos.

• La Comisión Europea prevé un aumento del gasto por parte de sus estados miembros de al menos 200 billones de euros, basado en la combinación de fondos adicionales ad hoc y aumentos estructurales a más largo plazo. Estados Unidos aprobó un presupuesto militar récord de $840 billones para el 2023, y Canadá anunció en el 2022 $8 billones adicionales para los próximos cinco años. Rusia ha aprobado un aumento del 27% en el gasto militar desde el 2021, lo que llevará los presupuestos a un total de 83.5 billones de dólares en 2023. Los objetivos climáticos se han descartado rápidamente cuando se trata de objetivos militares. Solo en el 2022, se ordenaron 476 de los aviones de combate más devoradores de gasolina, el F-35: 24 para la República Checa, 35 para Alemania, 36 para Suiza, seis adicionales para los Países Bajos además de pedidos anteriores y 375 para los EE.UU.

• La guerra ya está desviando recursos del financiamiento climático al gasto militar. En junio del 2022, el Reino Unido transfirió dinero de su presupuesto de financiación climática para financiar parcialmente un paquete de apoyo militar de 1 billón de libras esterlinas para Ucrania. El gobierno noruego ha detenido todos los desembolsos de ayuda al desarrollo, incluida la financiación climática, para obtener una "visión general" de las posibles consecuencias de la guerra en Ucrania.

El mayor ganador de esta bonanza del gasto militar es la industria armamentística

La industria armamentística ha prosperado gracias a los aumentos globales del gasto militar, así como a la diversificación en sectores como el control de fronteras y la gestión de la inmigración. La Agencia Europea de Defensa (EDA, por sus siglas en inglés) informó en 2021 que "la adquisición de nuevos equipos se ha beneficiado más del aumento general de las inversiones en defensa" en los últimos años. Después de la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia y, en particular, el anuncio alemán de un gasto adicional de 100 billones de euros, los precios de las acciones de las grandes empresas de armas se han disparado.

Los países más ricos están exportando armas a los países más vulnerables al clima, alimentando conflictos y guerras en medio del colapso climático

• Los países más ricos (Anexo II) concentraron el 64.6% del valor total de transferencias internacionales de armas (2013-2021).

• Los países del Anexo II han exportado armas a los 40 países más vulnerables al clima. Trece de estos países están involucrados en conflictos armados, 20 tienen regímenes autoritarios y 25 se encuentran entre los países con los niveles más bajos de desarrollo humano. Algunos de ellos también están sujetos a embargos de armas de la ONU y/o la UE (Afganistán, República Centroafricana, Myanmar, Somalia, Sudán, Yemen y Zimbabue).

• Rusia y China, el segundo y cuarto mayor exportador de armas, también exportan a países vulnerables al clima y son conocidos por ignorar los embargos internacionales de armas. Entre el 2013 y el 2021, China ha exportado 21 y Rusia a 13 de los países más vulnerables al clima del mundo.

Estas exportaciones de armas no solo desvían el dinero que se necesita para mitigar y adaptarse al cambio climático, sino que también corren el riesgo de alimentar conflictos, represión y abusos de los derechos humanos de las poblaciones en la primera línea del cambio climático. Esta es una forma de mala adaptación climática.

Egipto es uno de los muchos países apoyados con acuerdos de armas en lugar de acción climática

Egipto será la sede de las conversaciones climáticas de la ONU, COP27, en noviembre de 2022, pero es mucho más conocido por su gasto militar que por su acción climática.

• Entre 2017 y 2021, Egipto ha sido uno de los cinco principales países importadores de armas, recibiendo el 5.7% de las importaciones mundiales. Sus principales proveedores son Rusia (41%), Francia (21%) e Italia (15%). También recibe apoyo para su policía y guardias fronterizos de los estados miembros de la UE, particularmente de Alemania.

• Sin embargo, Egipto ha firmado acuerdos por combustibles fósiles por un valor de $74 billones desde el 2014, incluso con compañías estadounidenses como ExxonMobil y Chevron, mientras, no ha logrado desarrollar planes efectivos de adaptación climática y está reprimiendo activamente a los activistas climáticos y democráticos en el país, incluso en la carrera hacia la COP27.

El gasto militar podría pagar un Green New Deal global

Los países más ricos han incumplido sistemáticamente sus promesas de proporcionar la cantidad insuficiente de 100 billones de dólares al año en financiación climática a los países más vulnerables al clima del mundo. Y se niegan a asumir compromisos concretos para pagar las crecientes pérdidas y daños, como las inundaciones en Pakistán y la sequía en el Cuerno de África en 2022.

• El gasto militar de un año por parte de los 10 países con mayor gasto militar en el mundo pagaría la financiación climática internacional prometida durante 15 años (a $100 billones al año).

• $70 billones de adaptación climática podrían pagarse con solo el 4% de lo que los 10 países con mayor gasto militar en el mundo (EE.UU., China, India, Reino Unido, Rusia, Francia, Alemania, Arabia Saudita, Japón y Corea del Sur) gastan anualmente (una proporción de 1:23) y el 3% del gasto militar mundial anual (1:30).

• Junto con otras propuestas de financiamiento, como el fin de los subsidios a los combustibles fósiles, el desembolso de Derechos Especiales de Giro (SDR, por sus siglas en inglés), nuevos impuestos sobre la extracción de combustibles fósiles, transacciones financieras, aviación y transporte marítimo, hay dinero más que suficiente para financiar mitigación, adaptación y pérdidas y daños.

Frente a la crisis climática y las señales de alcanzar peligrosos puntos de inflexión planetarios, existe un imperativo primordial de priorizar la acción climática y la cooperación internacional para proteger a quienes se verán más afectados. Sin embargo, en el 2022, una carrera armamentista está exacerbando la crisis climática e impidiendo su resolución. No podía llegar en peor momento. Para hacer frente a la mayor amenaza para la seguridad humana, la emergencia climática, necesitamos que todos los países (miembros de la OTAN, así como Rusia y China, miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU) trabajen juntos para priorizar el clima sobre el militarismo. No hay nación segura sin un planeta climáticamente seguro.

CONCLUSIÓN

Este informe ha demostrado que todos los recursos y capacidades posibles deben dedicarse a la defensa: la defensa del planeta y de todos los seres vivos mientras nos encontramos al borde del catastrófico cambio climático.

También ha demostrado que las principales naciones contaminantes del mundo no dan prioridad a la acción climática ni dedican los recursos necesarios para ayudar a los países más pobres a adaptarse a los impactos climáticos adversos. Más bien, están invirtiendo en una carrera armamentista acelerada que arroja aún más GEI a la atmósfera y desvía recursos y capacidad para enfrentar la crisis climática. El año en curso, 2022, ha visto un pico en el gasto militar, con un crescendo de más pedidos. Esto no podría ocurrir en peor momento, cuando los científicos del clima advierten que hay una pequeña ventana de tiempo cada vez más pequeña para actuar con decisión.

Peor aún, las mayores potencias militares también echan leña al fuego vendiendo armas a los gobiernos de muchos países empobrecidos que son los más afectados por el cambio climático. En lugar de proporcionar financiación a las comunidades más pobres para que se adapten y hagan frente a las consecuencias negativas del cambio climático, los países más ricos están negociando armas que alimentan las divisiones, provocan violencia y permiten la represión por parte de las fuerzas militares y de seguridad. La militarización de las comunidades afectadas por el clima es la peor forma de mala adaptación climática.

Este camino de militarización y división internacional no es inevitable. Es el resultado de decisiones políticas. El final de la Guerra Fría a principios de la década de 1990 demostró que es posible que las principales potencias en conflicto negocien y acuerden reducir el gasto militar, aumentar la colaboración e invertir en la paz. Ese momento se perdió, y ahora parece más lejano que nunca.

Es imperativo por el bien de todos recuperar esa oportunidad y que toda la sociedad civil se una para exigirla. El hecho de que el cambio climático no conozca fronteras nacionales subraya la necesidad de unir a todos los países y estados para encontrar soluciones efectivas a una crisis global. También es una oportunidad para establecer puntos en común. Unir fuerzas a través de las fronteras para enfrentar la mayor amenaza a nuestro planeta compartido es la mejor y única forma de construir un futuro seguro y pacífico.

Notas:

1) https://actualidad.rt.com/actualidad/281829-desafios-republica-dominicana-frente-cambio

2) https://listindiario.com/la-republica/2021/10/17/692729/cop-26-cambio-climatico-y-la-carrera-armamentista

3) https://www.tni.org/files/publication-downloads/climate_collateral_report_-_tni_-_final_web.pdf

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