Ventana

Las aventuras del doctor Alquitrán

Homero PumarolSanto Domingo, RD

Bajar por aquella puerta de sótano, fue una idea descabellada. Al abrir la puerta tanto Vandalis, el Ex-umpire, como el Tremendo gordo, quedaron mudos.

Primero, el olor muy fuerte que de inmediato reconoció Vandalis se apoderó de todo.

Vandalis: -Ese sicote azaroso está aquí”.

Ex-umpire: -Si hay que bregar con malos olores, déjele eso al compadre, nadie le gana en eso.

Tremendo Gordo: -Oí clarito que dijeron salud, jajajaja, déjenme eso a mí.

Tremendo Gordo se convirtió de inmediato en la punta de la expedición. Le dieron un foco e iba bajando por aquella catacumba, tan truhán como siempre, como si se tratara de preparar otro chimi-churri.

Tanteando con ambas manos y sofocados iban Vandalis y el Ex-umpire, paso a paso, en silencio, muy cerca uno de otro, descendiendo con asco e incertidumbre.

Tremendo Gordo: -Aquí está lo que ustedes buscan.

E iluminó con su foco una gran maza azul que ocupaba todo el fondo de la catacumba, donde no se sentía nada vivo, pero debía haber insectos y todo tipo de roedores y serpientes, como sucede en las cuevas.

Vandalis cortó una gran parte de la maza azul con unas tijeras especiales que sacó de su neceser y dijo casi riendo: -Está expedición ha sido un éxito.

Tremendo Gordo: -Salgan alante, yo en un rato subo.

Ex-umpire: - ¿Qué pasa compadre? ¿Usted se volvió loco? ¿Se va a quedar en esta oscuridad?

Tremendo Gordo: -Sólo aprovecho el espacio de la naturaleza para descargar. Tú sabes.

Ex-umpire: -Ayyyyyyyy mi madre, corra jefe, corra, corra. Vámonos, vámonos. Suba, suba de una vez.

Vandalis y el Ex-umpire recorrieron el camino por el que habían entrado, ahora más rápido y cuando aún sofocados se tiraban en la tierra, junto a la puerta por la que habían entrado a la catacumba, una llama rojiza salió de abajo haciendo el mismo ruido que hace un tanque de gas al explotar.

Al rato salió el tremendo gordo diciendo: -Ahí no queda nada con vida.

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